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Díaz

La musiquita del tono de llamada me despertó, lo cual, es bastante infumable en estos momentos.

Atendí y con la poca voz que me salió como pude hablé.

—¿Hola?

Uy, que mal momento para que estés durmiendo. O bueno, estabas —se burló.

—Voy a cortar.

¡No, espera! ¡baaka!

—No hablo takataka. Hablame en español no en japonés, pelotudo.

Oí como murmuró unas cosas en su idioma.

Lo voy a matar.

Sacate el olor a mugre y preparate. En 45' te paso a buscar.

—¿Eh?

Lo que oíste.

—Pará un cachito.... pará.... ¿qué?

Vamos a salir. Te voy a invitar a una súper cita conmigo —dijo orgulloso y arrogante.

—No, gracias...

¡Es en serio! ¡vas a estar conmigo! No te va a pasar nada, ¿si? Dale, salgamos.

—No tengo muchas ganas Tooru...

Sinceramente, del robo ya habían pasado unos 2 días pero, las mil y unas posibilidades de "que hubiera pasado si..." no dejan de atormentarme.

Esperá.

—¿Qué pasó?

No encuentro... ¡No lo encuentro!

—¿Qué cosa boludo?

¡En donde te pregunté! —rió— ¿te reíste? Los chicos me dij- —colgué y volví a dejar caer mi cabeza en la almohada.

—Pelotudo —murmuré con una diminuta sonrisa...

El celular volvió a sonar.

Perdón —habló—. No lo vuelvo a hacer más. Pero dale en serio te digo, ya tengo reservada la entrada así que en 45' te paso a buscar.

—Tot- —ahora él, me colgó.

¿A dónde mierda me va a llevar?

Suspiré exhausta y miré el techo un momento.

—¡Bueno, dale, arriba! —me animé en voz alta.

• • •

—¿Me vas a decir?

—No.

—¿Me vas a vender?

—¡No!

—¿Y entonces?

—Es una sorpresa, __(tn). Pero hay que tener cuidado.

—¿Por?

—Si me ven... pueden atraparme y volver a encerrarme.

Arrugue mis cejas confundida.

—¿De que hablas pelo-?... ah.

Oikawa sonrió triunfante y orgulloso de su sorpresa.

Me trajo al Museo de las bellas arte de Buenos Aires.

—Por eso digo que tengo que tener cuidado... soy una obra de arte desaparecida en acci-¡Aia! —lo pellizque.

Abracé su brazo con cariño.

—Gracias.

El castaño apoyó su cabeza en la mía.

—Lo que sea por la ciudadanía- ¡mentira, mentira! —se corrigió antes de morir.— Si fueras Iwa hubiera tenido un moretón.

—¡Ah! Iwa es un ex compañero tuyo de allá, ¿no?

Asintió.

—Hay veces que extraño un poco mi equipo y mi lugar... Pero estoy mucho mejor acá —me miró sonriéndome.

<<ayuda. Me derrito>>

—Bueno dale, entremos de una vez.

—Después también vamos a comer, tengo todo planeado. ¡Soy el mejor!

—Es lo que una persona normal haría.

—No un chino como me decían apenas llegué a la Argentina —me guiñó un ojo.

Exploté de risa. Pobrecito. El descanso que le habrán hecho de buena onda.

—Japonés.

Me miró orgulloso.

—Aprendes bien.

—Porque aprendo del mejor.

—Lo sé —tomó mi mano y me hizo avanzar.

Llegamos a la entrada y una vez que dijimos los datos y la reservación, nos dieron la bienvenida.

Apenas vimos la primera pintura, Tooru me dijo "mirá, acá estaba yo de pie pero me escapé".

Tooru es como un pibe a veces. Pero es mi pibe y me encanta.

—Uh, acá falta una estatua. Esta vacío.

Leí el cartel.

—Dice que no se encuentra disponible ahora, porque deben estar limpiando o arreglando la cosa, andá a saber.

—Es tú lugar. Ahí vas vos, __(tn) —me señaló cariñoso—. Una linda obra de arte.

—Tooru...

Sonrió y me dio un corto beso. Al principio pareció dudar pero se ánimo a darmelo.
Sonrió sin mostrar sus dientes y dio media vuelta, yendo a ver una pintura.

<<Hoy la pong->> abrí mis ojos al darme cuenta de lo que pensé.

¡Dios, no! ¿Cómo voy a pensar eso?

—¡Mira esto! ¡es feísimo! —señaló con sus dedo y volteó su rostro riendo.

<<Lo quiero en mi cama ahora.>>

•••
¡hola y adiós!

Argentoto || Oikawa Tooru Y Tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora