En el prado

24.7K 2.4K 2.2K
                                    

Notita: Esta actualización no estaba planeada, peeeero aquí se las dejo. ¡Besote! 😊

DAVEN


—Mírame a los ojos y dime la verdad, ¿realmente las guardaste?

Willow se mordió el labio luciendo un tanto avergonzada.

—Sí.

—¡No puedo creerlo!

—Dijiste que no te reirías —me recriminó—. Sé que es estúpido, no hace falta que me lo eches en cara.

La observé sin poder contener la sonrisa tonta que se extendía por mi rostro. Yacíamos recostados bajo la sombra de un árbol en nuestro prado. La suave manta de picnic nos protegía de la hierba a medio crecer, ofreciéndonos una superficie acolchada perfecta para tumbarnos por tanto tiempo como lo deseáramos. A diferencia de otros días, en donde veíamos las margaritas resplandecer contra la luz del sol, un inusitado clima nublado envolvía el cielo provocando que nubes grises se condensaran por encima de nuestras cabezas. El viento también anunciaba un chaparrón; avanzaba con furia desde el este y hacía crujir las ramas de los robles a su paso. El repentino cambio de temperatura nos daba un respiro del calor infernal que había llegado con el inicio del verano.

—Siempre pensé que las desechabas en cuanto las veías —reconocí en tono más contenido—. De hecho, tenía más sentido que las lanzaras a la basura.

—Bueno, lo hice con algunas. —Encogió los hombros, un gesto que acentuó su timidez—. Es imposible que las conservara todas.

—Pero te quedaste con el resto.

—Me hacía gracia encontrar notas con disculpas y peticiones para convertirme en la tutora del problemático Daven Ainsworth.

—¿Tienen un lugar especial en tu habitación? —pregunté enrollando un mechón de su cabello en mi dedo índice.

—Quizá.

—¿Dentro de un diario?

—Nunca he sido de las que escribe en diarios —replicó como si la idea le pareciera absurda.

—¿Dónde las escondes, entonces? —insistí.

Willow me dio una inocente mirada a través de sus densas pestañas.

—En el cajón de prendas íntimas, justo bajo mis bragas.

Me habría reído si la alusión a su ropa interior no hubiera enviado un hormigueo a lo largo de mi columna.

—Qué atrevida te has vuelto.

—¿Eso crees? —y allí usaba el tono angelical de nuevo.

—Creo... —empecé con la vista puesta en la chica que apoyaba la quijada sobre mi pecho—. Creo que tratas de tentarme, Hemsley.

—Nunca haría eso.

Y, sin embargo, apretujó la mitad de su cuerpo contra el mío de un modo bastante sugerente. Llevé un brazo detrás de mi cabeza para elevarme un poco y examinarla mejor.

—Si quieres algo de mí, tómalo y ya —expresé con seriedad—. No finjas no saber lo que me haces.

—Sólo estoy jugando. —Sonrió, burlona—. Puede que me guste provocarte.

—¿Por qué no juegas un poco sobre mí? Apuesto a que sería más divertido.

Willow dudó, no tan convencida de su poder de seducción ahora que le proponía usarlo de verdad. Ella me deseaba tanto como yo la deseaba, el problema es que se cuestionaba demasiado a sí misma. Habíamos tenido un par de encuentros desde nuestra primera vez, los suficientes para darme cuenta de las cosas que la hacían sentir insegura o torpe. Una de ellas era estar sobre mí, lo cual significaba llevar el control. Le avergonzaba la idea de no hacerlo bien, de sentir que no era satisfactorio para mí. Había intentado convencerla de lo mucho que me enloquecía tener acceso libre a su cuerpo, pero Willow seguía dudando y dando marcha atrás.

El Día Que Las Estrellas Caigan ✔ (Destinados I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora