Capítulo 19 : Persona no grata

27.9K 3.4K 1.5K
                                    


WILLOW


He cuidado a Trevor los últimos cuatro días. No porque los Ainsworth no pudieran apañárselas solos, sino porque ansiaba pasar el rato con él. El tiempo juntos me ha servido para darme cuenta de ciertas cosas, como que su padre tenía razón al darme todas esas advertencias sobre las escaleras, las ventanas, la cocina y el perro del vecino, un Bulldog francés blanco que, de vez en cuando, se escabulle bajo la verja hacia el patio trasero. Ningún niño podría resistir el impulso de corretear a un perrito tan adorable y Trevor no es la excepción. El problema es que se escapa de la casa con la misma sagacidad que el cachorro. Un momento está jugando tranquilamente en la sala y al siguiente desaparece.

Sólo sucedió en dos ocasiones, pero en ambas sentí que el alma se me caía a los pies. La desesperación me sirvió como escarmiento, por lo que ahora no le quito la vista de encima. Incluso cuando debo ir al baño, me las ingenio para que espere justo detrás de la puerta. Preferiría que anduviera gritando y lanzando objetos a diestra y siniestra, pero Trevor no es así, sino todo lo opuesto. Es callado y hasta su risa es silenciosa. Sólo lo he visto llorar una vez, cuando tropezó con la alfombra y se dio un golpazo en la frente con el borde de la mesa de té. Lo abracé, le puse un poco de hielo y limpié sus lágrimas intentando no romper en llanto yo también. Daven llegó quince minutos más tarde, luego de que lo hubiera llamado para contarle lo sucedido. Estaba nerviosa de que pensara lo peor (que no había sido lo suficientemente cuidadosa), pero lo único que dijo mientras comprobaba a su hijo fue:

—Está bien, Wylo. Fue un accidente.

Yo asentí, me escabullí al baño y me salpiqué agua en el rostro. Cuando salí, Trevor veía televisión en la sala y Daven me esperaba en el pasillo. Intenté decirle que lo sentía, pero él me interrumpió antes de que terminara la frase.

—Fue un accidente. —repitió. —Ni siquiera yo puedo controlar que no le pase nada.

Entonces se acercó despacio y me besó.

Y el tema quedó zanjado.

Últimamente hacemos mucho lo de besarnos, al menos siempre que tenemos la certeza de que no seremos descubiertos por cierta personita. Daven tiene una naturaleza dominante que mantiene bajo control la mayoría del tiempo, excepto cuando nos tocamos. Allí todo es poder, autoridad y posesión. Sus ojos siempre son maliciosos y ladinos, como un monstruo que juega con su presa antes de devorarla. Y esa cosa que hace con la lengua justo después de besarme me deja delirando. Yo tampoco soy de la clase sumisa, así que es una lucha en la que ambos disfrutamos torturàndonos.

Él me tienta y yo lo tiento de vuelta.

En algún momento, ninguno estará de humor para resistirse más.

⭐️⭐️⭐️⭐️⭐️⭐️

—¡Buenos días! —saludo entrando a la cocina.

—Dios mío, cuánto entusiasmo por la vida. —dice Abu sentada en un banquito al borde de la barra con un café entre las manos.

Mi madre remueve las tostadas francesas en la cocina llevando aún su pijama de seda. Me mira por encima del hombro y pregunta:

—¿Dormiste mejor anoche?

—Sí, gracias por el té. —añado dándole un empujoncito con el hombro cuando me acerco a su lado. —Llevaba días sin descansar.

—¿Y eso por qué? —salta Abu.

Me alejo de Arlene para ir con ella. Entonces le beso la mejilla antes de tomar asiento en la barra.

El Día Que Las Estrellas Caigan ✔ (Destinados I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora