Capítulo 13 : Secreto descubierto

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WILLOW


Mis ojos se sienten pesados mientras intento prestarle atención a la película. Es lo malo de dejarle la elección a mi madre. Ella tiene un talento especial para escoger las más aburridas del mundo, en su mayoría filmes extranjeros con tramas tan enrevesadas que me cuesta seguirles el ritmo. No es raro que me quede dormida en plena reproducción. Sin embargo, no digo nada porque sé que ella disfruta del proceso de elegir, observar en silencio y luego hablar por dos horas sobre cómo fulano traicionó a mengano o lo que sea que hubiera ocurrido en la historia.

Nos costó volver a la normalidad después de nuestro último "intercambio de opiniones" (me niego a llamarlo pelea). Arlene y yo tenemos puntos de vista opuestos respecto a quién tuvo la culpa de la ruptura de nuestra familia. Somos testarudas y nos aferramos a nuestras ideas como un moribundo a su último aliento. Ella cree que debo superarlo y seguir adelante. Una parte de mí desearía hacerlo. Sin embargo, es algo tremendamente complicado cuando pienso en el pasado. Lo que, a su vez, le da una razón para afirmar que llevo dentro un rencor insano. Si las circunstancias fueran diferentes, lo negaría procurando lucir horrorizada. Pero, desde que regresé a Hampton todas las emociones que creía enterradas han emergido de las profundidades para recordarme que sigo atascada, que estoy enojada y me encuentro a un paso de estallar.

Soy bastante consciente de mí misma para saberlo.

Y, aún así, decido mentirme repitiendo que la única razón por la que no voy a visitar a mi padre, es porque detesto el ambiente tétrico de los cementerios. No tiene nada que ver con el resentimiento. No tiene nada que ver con la tristeza de que me hubiera decepcionado o la culpa de no haber intentado hacer las paces con él mientras todavía estaba vivo. No, claro que no. No se trata de ninguna de esas cosas. Para nada.

Santo cielo.

—Espero que no estés quedándote dormida.

Me sobresalto con tanta fuerza que un montón palomitas se escapan del tazón.

—Estoy despierta.

Parpadeo con fuerza y sacudo la cabeza para concentrarme.

—Vamos, Willow. Me pediste que eligiera una buena película y puse mucho esfuerzo en ello esperando que te gustara.

—Si con mucho esfuerzo te refieres a coger de la repisa la primera que viste, entonces quizá deberías ponerle más corazón la próxima vez.

Mi madre sonríe.

—Al menos aceptas acompañarme. Tu abuela no soporta ni cinco minutos en el sofá.

—Tiene pies inquietos. ¿Cuándo la has visto sentada por más de cinco minutos?

—Ahora que lo pienso, no desde que tenía siete y debía ayudarme a hacer la tarea. —responde tras tomar un puñado de palomitas. —En cuanto se dio cuenta de que era lo bastante lista para hacer las cosas por mi cuenta, ya no tuvo que fingir que le gustaba estarse quieta. Aunque nunca dejó de leerme historias antes de dormir.

—Tú tampoco lo hiciste conmigo. —comento recordando.

—Es que me gustaba verte fingir que nunca habías escuchado el mismo cuento.

—Sólo quería que me leyeras.

—Yo quería leerte.

—Hacías caras raras. —me burlé. —Era divertido.

Ella se ríe. Entonces volvemos nuestra atención a la película. Mi teléfono suena un par de minutos después y sonrío un poco al reparar en el nombre que me saluda desde la pantalla.

El Día Que Las Estrellas Caigan ✔ (Destinados I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora