Capítulo 7 : Estrategia para conquistar a Willow

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DAVEN


Un indeseado llamado de atención llegó el miércoles, cuando el profesor Harrell nos entregó el último examen que habíamos realizado. Una efe trazada con marcador rojo destacaba en la esquina superior derecha de mi hoja. Se suponía que había estudiado arduamente. Joder, lo hice. Todavía tenía en la mente un montón de cálculos y fórmulas geométricas, ¿y resultaba que ninguna había servido para nada? Por un instante, consideré preguntarle a Harrell si cabía la posibilidad de que se hubiera equivocado. Pero después de echarle un vistazo a esa cara arrugada de perpetuo entrecejo fruncido, decidí que lo mejor era dejarlo estar.

—Viejo...

—No digas nada, Mitch. —le advertí. —Te veo en la práctica.

Metí la hoja doblada en el bolsillo de mi sudadera y me largué del salón. Quise convertir el papel en una bola y tirarlo lejos. De ese modo, no tendría que enfrentarme al hecho de que seguía en problemas. Se me están acabando las opciones, pensé mientras avanzaba hacia el casillero y reemplazaba los libros de mi mochila. No sabía para qué me molestaba. Lo más probable es que sacara otra efe en el siguiente examen.

—¿Cómo estuvo geometría? —preguntó Devan apareciendo a mi lado.

—Pésimo.

—¿Reprobaste?

—La próxima vez busca un megáfono y cuéntaselo a todo el mundo. —dije en tono seco.

Los pasillos bullían en actividad, seguramente más de un estudiante había escuchado. No es que me importara. Sólo estaba enojado y buscando alguien con quien pelear. Mi hermano lo entendía e hizo lo que mejor sabía: ignorar mi mal genio.

—No es para tanto.

—Claro. No es para tanto. —cerré el casillero de un portazo.

—Sabes lo que tienes que hacer para solucionarlo.

—Ilúminame, Dev. Porque seguro como la mierda que no lo sé.

Alzó una ceja.

—¿Qué?

—Habla con ella, con Willow.

—No.

Comencé a caminar. Devan me siguió el paso.

—Puede que te hayas comportado como un tonto, pero la conozco. —insistió. —Es buena gente. Te dará una mano.

No era la primera vez que me repetía lo mismo. Sin embargo, yo dudaba que la buena voluntad de esa chica sirviera para olvidar lo torpe que había sido antes. Además, una parte de mí estaba ciega de puro orgullo. No me arrastraría por Willow Hemsley como si fuera la última gota de agua en todo el jodido mundo. Tenía dignidad. Tenía... mierda, tenía que salir de esta a cualquier precio. Incluso si ello significaba rogarle un poco a la sabelotodo.

—¿Y qué sugieres que le diga? Te conté lo que sucedió en Mochee's. —sacudí la cabeza. —Antes de eso al menos me ignoraba. Ahora me mira como si quisiera matarme cuando nos cruzamos por ahí, sin contar que te prohibió hablar en mi favor cuando lo intentaste.

—Fuiste grosero.

—No estás ayudando.

—Mira, eres el único que puede arreglar las cosas. —sentenció. —Discúlpate con ella hasta que quede satisfecha y tú consigas una tutora.

—Ya me disculpé.

—Decir que no le arrojaste la malteada a propósito no cuenta como disculpa.

El Día Que Las Estrellas Caigan ✔ (Destinados I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora