Capítulo 6 : Más cerca

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DAVEN


—Ya te expliqué que no busco removerte del equipo. —aseguró el entrenador Davis. —Necesito contar con chicos preparados, en caso de que...

—En caso de que me meta en problemas y termine suspendido de nuevo. —concluí por él en tono ácido. —Puede decirlo con confianza.

Recorríamos el largo pasillo que conducía a los vestidores, la luz de los fluorescentes rebotando contra las paredes pintadas de blanco. La práctica había terminado hacía quince minutos, pero decidí quedarme hasta que todos abandonaran el campo para hablar con Davis. Él no estaba contento. De hecho, parecía determinado a cortar aquella conversación cuanto antes, razón por la cual ni siquiera había detenido su andar. Y allí estaba yo, persiguiéndolo como un perro que busca atención.

—Debo ser práctico frente a la situación. —prosiguió. —No puedo darme el lujo de poner toda la responsabilidad en los hombros de un muchacho que vive haciendo cualquier tontería para llamar la atención.

Hice una mueca. Sus palabras me escocieron.

—No es justo. —insistí. —He trabajado duro. Nunca falto a las prácticas y siempre soy el primero en proponer nuevas jugadas. Muchas de ellas nos sirvieron para ganar la temporada pasada. Tengo talento e iniciativa.

—Eso es indiscutible. Por desgracia, que seas un excelente quaterback no servirá de nada si te expulsan. —dijo y fue como escuchar a Meyers de nuevo. —Me quedaré sin un jugador y sin un equipo preparado para apañárselas sin él. Lo siento, pero no puedo permitirlo. Debo tener un capitán responsable.

—El equipo está de acuerdo en que soy la mejor opción para capitán. —continué. No me daría por vencido. —Sé liderar y motivar.

—Bonito discurso.

—¿Se está burlando de mí?

—Te escucho atentamente, hijo.

Me tomé un segundo para calmarme mientras vadeábamos la esquina del pasillo. Es ese punto, ya comenzaba a enfurecerme.

—Mire, —lo intenté de nuevo. —Entiendo por qué quiere que Zac me sustituya en algunas jugadas, realmente comprendo sus razones. Pero, quitarme la oportunidad de ser capitán es demasiado. Lo he dado todo desde que entré al equipo, los chicos lo saben. Usted lo sabe. —enfaticé. —Sé que hay cosas que debo mejorar y, créame, lo estoy intentando. Ningún profesor se ha quejado de mi desempeño desde que regresé.

—Sería el colmo. Hace apenas una semana que volviste a la escuela.

—Lo estoy intentando. —repetí con intensidad.

El entrenador soltó una larga exhalación. Entonces se detuvo frente a las puertas dobles que conducían a los vestidores. Las voces y carcajadas de la manada se oían al otro lado, junto con el ruido ocasional de los implementos de juego siendo guardados y las puertas de los casilleros siendo azotadas. Sentí envidia al no poder ser parte de la diversión. Mientras mis amigos bromeaban y planeaban la siguiente fiesta, yo luchaba para conservar mi posición en el equipo.

Davis se quitó la gorra azul que siempre llevaba y deslizó una manaza por el pelo cobrizo ribeteado de canas. A continuación, me miró detenidamente. Tenía la piel enrojecida por el sol y un hilillo de sudor le corría por un lado del rostro, aunque no parecía darse cuenta.

—Quiero que entiendas algo, hijo. —expresó al final. —No dudo de tus capacidades. Eres listo, veo potencial en ti. Si no creyera en lo que te digo, no me habría molestado en hablarle a tu padre sobre las grandes posibilidades que tienes.

El Día Que Las Estrellas Caigan ✔ (Destinados I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora