2. Colisión de estaciones

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    La nave aterrizó justo al mediodía en un bosque aledaño a la ciudad para no llamar la atención de los humanos. Posteriormente Kya y Agata fueron dirigidas por personal capacitado hasta el lugar en donde se hospedarían.

    Se había elegido una casa no demasiado ostentosa, en un barrio discreto. De aspecto moderno y con sus debidas comodidades. Allí vivirían las dos solas, por tiempo indefinido.

    Los agentes que se habían encargado de la misión de traslado, les dieron todas y cada una de las indicaciones precisas antes de retirarse de vuelta a Staciony. Les era riesgoso quedarse en el planeta de los humanos por mucho tiempo. Además de que eran requeridos en sus reinos de orígen para otro tipo de operaciones.

—¿Te parece si vamos a hacer la inscripción en ese colegio humano? —le cuestionó Kya a su amiga.

    Aunque en su planeta de orígen, a sus diecisiete años ya habían culminado la época de aprendizaje, debían asistir a clases como todos los adolescentes humanos de su edad. Esto con fin de poder camuflarse correctamente.

—Está bien. Así podremos explorar un poco el mundo humano —la heredera de primavera se mostraba emocionada.

    Tomaron las carpetas con la información necesaria y salieron a la calle. En su trayecto contaron con la oportunidad de analizar la forma de actuar de los terrestres. La cual, a decir verdad, no era tan distinta a su sociedad de orígen.

    Después de seguir las indicaciones que se les había dado. Ambas llegaron a un edificio que abarcaba un gran terreno.

—Preparatoria B.L.U —leyó Agata de un gran cartel a la entrada del sitio—. Creo que es aquí.

    Se adentraron a la institución y caminaron por los pasillos en busca de concretar los papeles de inscripción. Después de dar vueltas como hormigas fuera de su colonia, lograron hallar la secretaría docente.

    Una mujer de mediana edad se encontraba prendada a su móvil, en un adictivo videojuego. Su nombre era Priscilla y era la secretaria de esa escuela.

—Hola —saludó Kya llamándole la atención.

—¿Eh? —mencionó despistada la mujer—. Ah, hola. ¿En qué puedo ayudarlas?

    Agata se aclaró la garganta antes de hablar. Era la primera vez que entablaba una conversación con un espécimen humano y eso la emocionaba de cierto modo.

—Somos nuevas estudiantes. Estamos aquí por el papeleo —le explicó lo mejor que pudo.

—Que extraño. No estaba enterada de que se incorporarían chicas nuevas —se dijo la mujer a sí misma, dudosa—. Bueno denme sus expedientes de las escuelas anteriores.

    Kya y Agata le pasaron las dos carpetas con su supuesta información y le sonrieron a la misma vez.

—Esto llevará algún tiempo. Pueden esperar aquí —les indicó Priscilla.

    Ambas chicas le hicieron caso y tomaron asiento en el sofá de la esquina. A diferencia de otros adolescente, ambas se sentaron con postura impecable y permanecieron tranquilas.

 A diferencia de otros adolescente, ambas se sentaron con postura impecable y permanecieron tranquilas

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