44. Verdad

2.1K 456 150
                                    


El salón era un auténtico desastre. Había libros tirados por doquier junto a otros objetos de orígenes diversos. Eso era bastante extraño viniendo de Darian.

La princesa de Primavera lo había visitado toda esa semana. Después de que Brial abandonará el mundo de los vivos, habían ciertos momentos de crisis para el menor de los magos del equilibrio. Pero jamás fue tan extremo.

Agata se quitó el abrigo y se acercó a preguntarle si todo estaba bien. Sin embargo, no le hizo ni falta.

—Esto es un desastre. ¡No está! —se quejó Darian con angustia.

Caminó hacia el otro estante de libros, al otro lado de la sala. Comenzó a revisar uno por uno. Lucía desesperado.

—¿Qué cosa? —le cuestionó Agata corriendo detrás de él.

—El libro —mencionó Darian sin más.

La chica arrugó el gesto. Eso lo sabía ya por su manera de revisar la primera página y tirar los libros al suelo. Lo detuvo de la manga de la ropa, antes de que fuera a otra habitación, a revisar otra estantería.

—Calmate un poco. Cuéntame lo que ocurre —le aconsejó mirándolo con extrañeza.

Agata no entendía nada de lo que pasaba. La actitud de su novio la intrigaba y preocupaba.

El tacto sobre las venas de sus brazos, presionando ligeramente. Logró hacer que el chico respirara con más normalidad. Relajando sus nervios, que habían subido a niveles apocalípticos.

—Brial cuidaba ese libro muy minuciosamente. Es de gran importancia. No nos conviene que ande extraviado —se explicó Darian

Agata frunció el entrecejo con inquietud.

—No te preocupes. Vamos a buscarlo. Debe estar por aquí —aseguró con optimismo.

—Eso espero —susurró Darian sin mucha confianza.

Agata se le quedó mirando. Comenzó a plantearse preguntas. ¿Qué había tan importante en ese libro para hacerlo exaltar de ese modo? ¿Por qué significaría tanto para Brial?

 ¿Qué había tan importante en ese libro para hacerlo exaltar de ese modo? ¿Por qué significaría tanto para Brial?

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Allan dudó mucho, muchísimo de hecho. No sabía si eso perjudicaría o ayudaría. Pero sentía que era correcto hacerlo.

Si se lo comentaba a Naina, o a esa señora (no quería utilizar el término de madre); ellas no estarían de acuerdo.
Después de lo que ocurrido aquel día, Isha se marchó. Simplemente se esfumó. Huyó como siempre.

Allan suspiró cansado, mientras caminaba por el palacio de Invierno. Conocía los helados pasillos a la perfección. Ni siquiera dormido podría perderse en aquellos 1700 metros cuadrados.

—¿Dónde está mi padre, Rowen? —consultó a un muchacho más joven que él.

El sirviente bajó la cabeza, sintiéndose intimidado porque su alteza pronunciara su nombre. Con un gesto nervioso y torpe, señaló el pasillo hacia los balnearios.

Staciony✓ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora