—¿Miedo, princesa Kya? —cuestionó Allan, sin perder aún esa tétrica sonrisa.
Kya se estremeció al sentir su gélido aliento chocar contra su frente. Pero levantó la mirada hacia él sin demostrar miedo, enfrentándolo.
Si había algo que su padre, el rey de Otoño, le había enseñado, era que los sentimientos son como una reliquia hermosa. Para compartirlos con allegados y amigos pero nunca con enemigos. Las personas malas usarán tus sentimientos contra ti.
Allan rió con burla ante ese recuerdo.
—Aww. Al menos tu papito te enseñó algo útil —soltó, entrecerrando sus ojos.
Kya se enderezó, quedando más cerca de él sin notarlo. Lo miró furiosa.
—No te atrevas a mencionar a mi familia o yo...
—¿O qué? ¿Qué harás? —Allan ladeó la cabeza a un lado, divertido.
El odio era mutuo y era tan palpable que casi podía ser tocado. Pero esa atmósfera se desvaneció con un sonido.
El instructor de la clase de deportes sopló su silbato con ahínco. Haciendo a ambos jóvenes voltear la vista hacia él y tomar distancia el uno del otro.
—¿Qué están haciendo aquí? La clase ya comenzó. Vayan a cambiarse por ropa deportiva ¡Ahora! —exigió el hombre de mediana edad.
Kya y Allan se dedicaron una última mirada despreciativa, antes de acatar lo dicho por el maestro.
Al dirigirse a los vestidores, la princesa otoñal pudo presenciar una escena entre Naina y otras dos chicas.
—¿Acaso tienes idea de quién soy yo? —preguntó una de las chicas, altanera.
Naina la observó.
—Una humana como otra cualquiera —se encogió de hombros.
La disputa había comenzado cuando ambas chicas le pidieron a la princesa de Invierno ser intermediaria para que ellas tuvieran una cita romántica con los chicos nuevos, es decir, con Allan y Ryan.
Naina claramente se negó. No porque su hermano mayor la mataría si lo hacía o por interés propio. La verdad era que ese comportamiento era muy mal visto en Staciony.
Eran fieles al destino y las relaciones amorosas no eran la exepción. Si dos personas tienen que estar juntas el destino se encargaría de ponerlas juntas tarde o temprano. No existe necesidad de forzar el amor.
La chica más alta negó con la cabeza, haciendo que sus rizos pelinegros se movieran de un lado alto.
—Está bien, lo dejaré pasar solo por esta vez. Es evidente que por haber llegado hace poco no estás bien informada. Soy Giselle, Giselle Brawn, la chica más atractiva y la reina de esta escuela —se presentó extendiendo la mano.
«Más bien la reina de la arrogancia» pensaron Kya y Naina coordinadamente.
—Te felicito, lindo territorio —le dijo Naina, sonriendo sarcástica ante su actitud tan infantil.
Ambas chicas la miraron furiosas, por atreverse a burlarse de ellas frente a sus narices.
Kya intervino entonces. Terminó de entrar a la habitación atrayendo la mirada de las tres.
—El maestro dice que se den prisa —les sonrío a las humanas como si no acabara de escuchar nada.
Ambas se fueron a regañadientes. Kya miró a Naina y esta no le hizo ni el menor caso. Se dedicó a mirarse en el espejo frente a uno de los bancos.
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Staciony✓
FantasyEn un planeta dividido en cuatro reinos que se han estado matando entre sí durante años, los príncipes y princesas herederos se odian los unos a los otros desde la cuna. Cuando el equilibrio mágico se ve amenazado, los jóvenes deben dejar de lado su...