41. Edewir

2.3K 475 92
                                        


La guerra había conseguido apagarse de forma visible. Aunque todavía existían algunos grupos en desacuerdo como los familiares de víctimas de ataques o algunos generales de ciertas ciudades. Estos últimos veían la paz como un acto de cobardía.

El panorama socio-político no estaba en su mejor momento en ninguno de los cuatro territorios. Podría rescatarse con pinzas a Primavera, donde la mayoría de los ciudadanos eran pacifistas y amantes de la tranquilidad. Precisamente allí, se comenzaba a realizar el Edewir.

Una celebración que se repetía cada tres años con el fin de renovar las relaciones cooperativas entre Otoño y Primavera. Una tradición remontada a muchísimo tiempo atrás, cuando los más frondosos árboles eran apenas semillas sin brotar de la tierra.

Era la primera vez en mucho tiempo que asistían personas de Invierno y de Verano. Esto para acrecentar más entre las masas la idea de una paz fija e inquebrantable en todo Staciony.

La ceremonia se realizaría, como siempre, en el gran coliseo de Veradec, ciudad capital del reino. Algo que caracterizaba a dicha construcción era que los simientos, pisos, columnas y paredes; respetaban la ubicación de la vida vegetal.

Nada de talar árboles para poner un trozo de concreto o de cemento. Ellos estaban allí desde hace mucho, incluso antes de que los abuelos más mayores pensaran en nacer. ¿Qué derecho había para cortarlos?

Entre esos árboles tan antiguos, se hallaba el nombrado Arevad, el más alto y antiguo del planeta, contando con aproximadamente 122,5 metros de altura. Se alzaba imponente sobre las personas que bailaban y reían, animados por el ambiente musical y fiestero.

Como norma, todo el mundo que decidiera asistir al lugar debía llevar ropas del pasado siglo, recordando a los ancestros.

Agata miró a su padre y a su madre, se acercaban después de bailar por un largo tiempo. La reina llevaba un vestido de mangas largas y sueltas; con corset apretado y falda hasta los tobillos, semejante al suyo pero en un color verde hoja muy contrastante al color lila del de su hija. Su padre también llevaba faldas pero formando parte de una túnica color amarillo claro.

Se sentaron juntos en el mismo banco. Acompañando a su hija y hablando de cuando comenzarían las típicas actividades de la celebración. De repente, la reina Liana se quedó pensativa. Luego entonó un alarido de asombro que hizo brincar a su esposo.

—Mujer, me has asustado —le recriminó el hombre soltando un suspiro dramático.

—Es solo que me he dado cuenta —explicó Liana—. Este será el último Edewir de Agata como princesa heredera.

El rey hizo cálculos mentales para terminar arribando a la misma conclusión.

—Dentro de tres años ya seré reina —afirmó la chica rubia.

—¿Te parece bien que la coronación sea a tus veinte? —le consultó su padre—. Si no es así, podemos retrasarla un poco.

Agata lo meditó por un rato.

Desde su nacimiento, cada hija o hijo primogénito de una unión real era educado con la idea de que algún día pudiera dirigir su propia etapa de reinado. Todo el mundo tenía sus espectativas puestas en ese pequeño o pequeña mientras iba creciendo. Una coronación y volverse rey o reina; era algo para lo que los prepararaban prácticamente desde que nacían.

—Que sea cuando cumpla veinte. Así está bien —respondió sin titubeos

—Perfecto, entonces —constestó su madre, orgullosa por la seguridad que mostró al hablar.

Su padre le sonrió. Poco después la integrante faltante de la familia real de Primavera apareció en escena. Llevaba un vestido de su talla, con tiras cruzadas en la espalda y de color uva.

Staciony✓ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora