20. Feliz cumpleaños

2.8K 586 285
                                    

Si hay algo realmente doloroso es que tu propia familia te de la espalda. Peor aún que para tus padres solo seas una moneda de cambio para ascender en la pirámide social.

Al volver a Verano, Hansa encontró las puertas de su hogar cerradas. Sus padres no querían saber nada de ella después de su fracaso. Ahora se dedicarían a preparar a sus hermanas menores para que estas los hicieran ascender. Lo único que les importaba era sacar provecho de ellas.

La sirena se encontraba en una posición desventajosa. Estar deambulando sola y sin un refugio en medio de la guerra era peligroso.

—Niña, decídete rápido. No me gusta perder el tiempo.

Hansa observó al hombre de cabello oscuro frente a ella. El mismo le había ofrecido alojamiento a cambio de unas cuantas perlas de sirena. Pero su aura maligna no le inspiraba mucha confianza a la chica de ojos aguamarina.

El tipo en cuestión puso los ojos en blanco ante su indecisión.

—Olvídalo. Veo que no estás segura —dijo volteándose para seguir su camino—. Suerte sobreviviento por tu cuenta en medio de tantos conflictos.

El miedo invadió a la joven sirena. Las historias de lo que le sucedía a las señoritas que andaban solas en medio de la noche eran aterradoras. No quería vivir algo así.

—¡Espere, por favor! —exclamó Hansa. El hombre la miró inquisitivo—. Acepto su propuesta.

Una sonrisa maligna se dibujó en el rostro del hombre de cabello negro. Se sintió orgulloso de haber conseguido lo que quería.

Pastelitos de chocolate y de vainilla, una delicia de postre, sin duda

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Pastelitos de chocolate y de vainilla, una delicia de postre, sin duda. Pero esa mañana serían el desayuno de las chicas.

Agata suspiró por tercera vez. Kya se le quedó viendo durante un rato y luego apoyó una mano en su hombro.

—¿Te sucede algo? —le preguntó seriamente.

Su amiga mostraba claros signos de tristeza y se veía que cargaba con algún problema.

—No te preocupes —respondió Agata restándole importancia con un gesto.

—¿Cómo puedo no preocuparme? —replicó Kya—. Algo te tiene triste ¿verdad?

—Sí —terminó por aceptar Agata agachando la cabeza.

—Puedes contarme si así lo quieres ¿sabes?

—Lo sé —le respondió Agata a su mejor amiga. Después sonrió, alejando la tristeza—. Pero hoy es tu cumpleaños. No nos pongamos tristes.

Kya le regaló una sonrisa incompleta. Era su cumpleaños, era verdad, pero no le gustaba que su amiga se guardara malos sentimientos por esa razón.

Agata tomó un pastelillo más del empaque. Lo observó unos segundos y luego a Kya.

—Los humanos suelen esparcir merengue en el rostro del cumpleañero a quien se celebra —recordó, sonriendo de forma traviesa.

Staciony✓ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora