17. Temperatura

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—Cobarde —se insultó Ryan a sí mismo.

Por más que tratara de ir a hablar con Naina y pedirle perdón de rodillas; no tenía el coraje para hacerlo. Había sido su culpa, la había hecho pasar un mal rato. ¿Con qué cara volvería a hablarle después de lo que le hizo?

Porque aunque había sido engañado por Hansa y por sus mentiras, nada justificaba su modo de actuar. Naina era su mejor amiga, tendría que haber escuchado su versión. Se arrepentía grandemente por no haberlo hecho.

No había dejado de mirarla durante toda la clase de Historia. Como si eso pudiera otorgarle la valentía necesaria para acercarsele

La clase terminó, dándole lugar a la primera hora libre. Ryan observó a la princesa de Primavera correr hacia la salida del salón con prisa. La curiosidad sobre qué tenía que hacer Agata para estar así de apurada se le cruzó por la mente.

Sin embargo su atención volvió a Naina en cuestión de minutos. Era ahora o nunca. Se animó varias veces a sí mismo antes de acercarse.

La chica de ojos azules recogía sus cosas con paciencia. Soltó un bozteso, casi se quedaba dormida con la charla sobre las batallas inglesas que la maestra dió en la clase.

—Naina —la llamó Ryan.

Naina lo miró de reojo.

—¿Qué?

Ryan tembló ante su tono gélido. Los habitantes de Invierno eran conocidos por su hostilidad pero Naina nunca se había dirigido a él de dicha forma.

—¿Podemos hablar un minuto? —inquirió.

—¿Hablar tú y yo? —Naina soltó una carcajada irónica mientras se ponía de pie—. No veo el motivo. Ya no somos amigos, tú mismo lo dijiste.

Con esas palabras, la princesa de Invierno se dio la media vuelta para marcharse.

—Nai... —Ryan tomó su mano.

Naina se tensó por el tacto mas trató de no demostrarlo. Al sentir una ligera caricia lo miró directamente a los ojos.

—Lo siento —pronunció Ryan arrepentido, bajando la mirada—. Se que me comporté como un idiota y fui un completo tonto. Perdón.

Levantó la vista, por fin. Sus ojos se encontraron, azul con azul en un choque intenso. No pasó mucho tiempo para que la rubia alejara su mano y diera un paso hacia atrás, alejándose.

—Si crees que una palabra tan insignificante como perdón solucianará las cosas estás bastante equivocado. Rompiste mi corazón, atente a las concecuencias —declaró en tono hiriente.

Lo miró por última vez, antes de volver a sentarse en su sitio e ignorarlo por completo.

Ryan sintió su corazón partirse. Lo peor era imaginar que Naina se debió haber sentido mucho peor por su culpa.

 Lo peor era imaginar que Naina se debió haber sentido mucho peor por su culpa

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