El rey de Otoño abrazó fuertemente a su hija. Después de creer que la había perdido para siempre, volver a tenerla frente a él era como un soplo de aire fresco.—Tu madre —musitó apartándose de forma brusca—. Debo ir a verla de inmediato.
Salió corriendo como si lo llevase el viento mismo. Una vez se fue, nuevas personas ingresaron al lugar. Kya posó su vista en los herederos de los reinos vecinos. La miraban con suma añoranza.
—Kya —el príncipe de Verano fue el primero en hablar—. ¿De verdad eres tú?
—Soy yo —se limitó a responder la castaña.
El príncipe de Invierno se le acercó de manera rápida. Quería sostenerla entre sus brazos en un cálido gesto. Necesitaba tenerla cerca luego de tanto tiempo sin ella, que para él había sido igual al mismísimo infierno. Sin embargo, Kya se alejó un paso hacia atrás. Huyó de su toque como si este fuera capaz de quemarla.
Allan la observó consternado. Un nudo se le formó en la garganta debido a la mirada de desprecio que la chica le dedicaba.
—¿Qué pasa? —inquirió en un hilo de voz.
—¿Tienes el descaro de preguntarlo? —cuestionó Kya de mala forma—. Ustedes desconfiaron de mí, todos ustedes.
Señaló a los otros herederos. Ellos se encogieron en su sitio. En pocos segundos pasaron de estar emocionados a sentir mucho pesar. Era como si el mundo se les apagara de repente.
—¿Tienen idea cómo me sentí? —preguntó Kya sin intención de recibir respuestas—. Lloré por horas. El dolor en mi pecho fue tan grande que quise ser realmente la culpable. Al menos así no sentiría el dolor de ser culpada por algo que no hice. Esa sensación es lo más horrible que existe.
A Agata se le aguaron los ojos. Recordó la última vez que se vieron antes de la supuesta muerte de su amiga. Sus palabras hirientes y todas las acusaciones que salieron de su boca. No dejaba de arrepentirse de ellas.
—Creeme que puedo imaginarlo —le dijo enfocando sus ojos verdes en ella—. Es mi culpa que te sintieras así, soy consciente de ello. Y lo siento, de verdad lo siento.
Kya no dijo nada, se dedicó a mirarla de lado. Sus hombros cayeron con desgano al mismo tiempo en que un suspiro salía de sus labios.
—Ojalá una disculpa pudiera solucionar algo. Pero son solo palabras inservibles.
Alternó la mirada entre los rostros de los presentes. Todos lucían machacados. Un silencio tenso se adueñó del espacio. Finalmente, Allan se atrevió a hablar de nuevo, con un poco de temor a ser rechazado otra vez.
—Sé que mi comportamiento fue aún peor —declaró muy decaído, sin siquiera levantar la vista del suelo—. Te juro que si pudiera golpear a mi yo de ese momento lo haría hasta que los golpes dejaran hematomas.
Sus puños se apretaron mientras un par de lágrimas amenazaban con caer por sus mejillas. Se animó a mirar a Kya de nuevo. No la vió titubear ni un instante. Aunque sus ojos estaban rojizos, eso a ella no pareció importarle.
—Me arrepiento de ello una y mil veces. Desconfié de ti aún con el tipo de vínculo que tenemos...
—Teníamos —lo corrigió Kya con aspereza.
Allan no pudo ocultar los estragos que ese cambio de tiempo verbal hizo en él. Suspiró, tomando fuerza para poder continuar.
—No puedo hacer otra cosa más que implorarte que me perdones.
Kya ni se tomó el tiempo de analizar sus palabras. Rió irónica mientras se revolvía el cabello. Lo tenía un poco más corto que antes, justo por debajo de los hombros.

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Staciony✓
FantasyEn un planeta dividido en cuatro reinos que se han estado matando entre sí durante años, los príncipes y princesas herederos se odian los unos a los otros desde la cuna. Cuando el equilibrio mágico se ve amenazado, los jóvenes deben dejar de lado su...