46. Amenaza

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Un clima de espera y de ansiedad se filtraba por entre las paredes de cada palacio. Nadie sabía exactamente qué esperar.

Los herederos habían hablado con sus padres. Después de arduas palabras intercambiadas y más o menos renuencias iniciales, los reyes de Otoño, Invierno, Verano y Primavera accedieron. Guardarían la información con suma discreción.

La princesa de Otoño estaba en el despacho principal de su padre. Estaba tratando de echarle una mano con las estadísticas económicas del sector educativo de su reino.

Con la guerra liquidada, las escuelas y centros del saber habían retomado sus labores. Pero después de tantos años de educación privada y en casa, se debía destinar un presupuesto para la remodelación de la educación.

Reconoció al ave en cuanto está se coló por la ventana. Todo su cuerpo se tensó, anticipándose a la desgracia que esta traería en su pico.

Sus plumas eran del mismo color de la oscuridad. Tal como lo hizo aquella vez pasada, le dejó el papel sobre el escritorio. Luego alzó el vuelo y volvió a salir por el ventanal abierto.

Kya le dio una mirada seria a la nota. La tomó entre sus manos un tanto temblorosa. No tenía sobre, simplemente eran dos palabras escritas con tinta dorada sobre el papel blanco. Las observó con intriga.

—¿Ahora que planeas, Blass? —preguntó frotándose las sienes.

La misma ave voló hacia Invierno, a dejarle una nota semejante al príncipe heredero. También se presentó en el palacio de Primavera y en el de Verano.

Ese mismo día los herederos se reunieron en la residencia que era de Brial. Trataron de resolver el acertijo de las notas sueltas.

¿Qué podrían significar?

Con una ligera sospecha, Darian ordenó las notas. Al quedar una frase compuesta sobre la mesa de madera, la leyó en voz alta:

—Cuatro estaciones, luego habrá un día negro en el calendario, el último.

—No lo entiendo —espetó Naina dejando de comerse las uñas—. En Staciony no avanzan las estaciones del año.

Pensaron por unos minutos.

—Creo que refiere a cuatro días —explicó Darian.

—Luego deseará tener una confrontación más directa con nosotros —adivinó Kya haciendo que todos voltearan a mirarla.

—Sí. Eso parece —le dio la razón Darian.

—Con lo de "el último" nos está amenazando —analizó Ryan con seriedad.

—No solo a nosotros —aportó Agata—. Está amenazando a todo Staciony.

—Con los conocimientos de ese libro podría hacer que el planeta explote en mil pedazos —predijo Allan.

Eso dejó a los demás en un silencio sepulcral. Estaban ante el incipiente fin de su mundo.

—Tenemos cuatro días para prepararnos. Debemos detenerlo. Haremos esto juntos ¿verdad? —inquirió Kya extendiendo su mano al frente.

Naina fue la primera en poner su mano sobre la de ella. Luego lo hicieron Darian, Ryan y Agata. El último fue Allan.

—Salvaremos a Staciony, es nuestra responsabilidad como herederos —expuso el príncipe de Invierno con determinación—. Sin embargo, esto nos incluye de forma más cercana.

Miró a sus hermanos.

—Es mi padre. Al menos lo es biológicamente —alegó el pelinegro—, pero les juro que no dejaré que siga haciendo daño.

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