Con indiferencia, Mak esperó pacientemente el regreso de su princesa. Por un momento, se imaginó cómo podría haber sido la vida de Elsa si la hubiera dejado en medio de esa montaña. La reina probablemente estaría muerta, y sin embargo ... Para influir en el clima de toda una tierra, el poder de Elsa tenía que ser uno de los más poderosos de su raza sin que ella lo supiera. Un crujido sacó a la loba de sus pensamientos.
Mak podía ver a la rubia saliendo del extraño edificio, sus ojos enrojecidos, su rostro cerrado, helado. La joven quiso preguntarle si todo estaba bien, preguntarle qué le había dicho el espíritu del lobo, pero finalmente cambió de opinión cuando escuchó:
–"Quiere verte."–
Mak dio una mirada casi asustada, suspiró y arrastró sus pies hacia la cueva de mármol.
Justo donde Elsa había estado de pie unos minutos antes, el viejo lobo estaba sentado, esperando pacientemente algo que no parecía suceder. Mak respiró hondo y finalmente se colocó frente al espíritu antes de arrodillarse en una reverencia más perfecta.
–"Pediste verme."– Dijo la loba con una voz más alta de lo normal, con la cabeza gacha y la mirada fija en el suelo.
–"Levántate, joven lobo."– Ordenó la mente con voz suave.
Mak obedeció, enderezándose. El espíritu la miraba en silencio, leyéndola, inspeccionando su alma, adivinando su sufrimiento, descifrando su infelicidad. La niña había cambiado, se había endurecido, quizás se había perdido en el camino. La mente sintió de repente una inmensa tristeza, un vacío en el hueco de su pecho. Ella entrecerró los ojos sabiendo que esta tristeza le pertenecía a la joven frente a ella.
–"Makdellana ..."–
La joven loba hizo una mueca de dolor ante la pronunciación de su nombre de infancia azotado.
La mente se acercó lentamente sin apartar la mirada, y se detuvo ante un suspiro del rostro de Mak, que parecía infinitamente pequeño, aplastado por el peso de la mirada amarilla.
–"Dame tus manos, pequeño lobo."–
Mak obedeció, temblando. Pensó por un momento que si Elsa la veía en este estado dócil, la princesa probablemente se reiría de ella. Pero luego lo pensó mejor. No, Elsa no haría eso.
El viejo lobo miró las manos que estaban frente a ella, con la palma hacia el cielo.
El espíritu suspiró, gimió y explicó con voz magullada:
–"Parece que llevas una doble vida. Una tiene futuro ... la otra no lo tiene."–
Mak miró hacia arriba.
–"¿Quieres decir que debería elegir entre mi humanidad y mi lobo?"–
La mente entrecerró los ojos.
–"Esta elección, ya la has hecho."–
Mak sintió arder las cicatrices de su espalda. Su cuerpo se quebró.
La mente reanudó:
–"Es hora de entender por qué."–
–"¿Cómo? ¿Qué?"–
Mak susurró con voz quebrada. La joven sólo quería una cosa, salir de esta cueva, huir lo más lejos posible, poner las manos de Elsa en su piel ardiente, suplicarle que le aliviara la espalda y la conciencia.
–"Elsa de Arendelle te ayudará."–
Los ojos de Mak se agrandaron.
–"¿Elsa? Pero ella no tiene nada que ver con esta historia."–