En el gran salón, los cuatro estaban sentados, disfrutando de la comida. Mak, por su parte, no comió mucho, se contentó con jugar nerviosamente con el contenido de su plato. Anna, habló y siguió hablando. Decirle a su hermana todo lo que no había podido contarle en los últimos años. Elsa escuchó con una sonrisa, sintiéndose culpable por estar tan distante. Hans sonreía cálidamente, asintiendo con la cabeza de vez en cuando.
A pesar de la incesante charla de su hermana, la atención de Elsa permaneció parcialmente clavada en su loba. La reina la sintió distante y preocupada. Elsa puso una mano fría sobre el muslo de su loba, haciéndola saltar.
–"Te ves tensa, lobo valiente. ¡Podría tener algo que pueda ayudarte!"– El príncipe se levantó y fue a abrir un armario para sacar una botella de brandy.
–"¡Veinte años!"– Se jactó, señalando la botella.
–"Ahora me diréis que os parece. Pero os advierto, es fuerte para los que no suelen beber."– Explicó, llenando el vaso del lobo.
Sonriendo, levantó su copa. –"¡Por el regreso de la reina!"–
Exclamó, tomando su bebida de un trago, haciendo una mueca cuando el elixir le quemó la garganta.
–"Es incluso más fuerte que la última vez que lo probé."–
Mak miró su vaso sin estar convencida, luego, bajo la mirada de Hans, se bebió el contenido rápidamente sin inmutarse.
–"Nada mal."– Dijo, encogiéndose de hombros. Obviamente, el líquido no tiene ningún efecto sobre ella.
Elsa escondió una sonrisa en su mano, reconociendo el gesto como algo propio de su amiga.
El príncipe pareció molesto por un momento, pero finalmente sonrió antes de proponer:
–"Tengo una botella mucho mejor para que la descubras en mi habitación. Vamos, sígueme. Dejemos que estas jóvenes cuenten sus recuerdos de la infancia."–
Mak le dio a Elsa una mirada, ella le devolvió la sonrisa.
La mujer lobo se levantó y siguió a Hans por los pasillos del castillo. Unos metros más adelante, el príncipe abrió una puerta, dejó entrar a la loba y la cerró detrás de ella. Sacó una botella y dos vasos, que llenó inmediatamente antes de entregar uno de ellos a Mak.
–"Te estoy muy agradecido por traer a la Reina de regreso a Arendelle."–
–"Lo entiendo."– Respondió la loba, sin mucha convicción.
–"¡Salud amiga mía!"– Sonrió Hans antes de beber su bebida, lo que incitó a Mak a hacer lo mismo. La loba vació el suyo.
Esta vez, el líquido desgarró sus entrañas, tosió, manteniendo una mano frente a su boca.
–"Vaya, este es más fuerte."– La loba confesó, todavía tosiendo, sin lograr recuperar el aliento.
–"Sí, probablemente gracias a las partículas de plata."– El príncipe sonrió, quien de repente pareció haber cambiado de rostro.
La mirada de Mak se congeló, sus ojos se agrandaron.
–"No sabes quien soy. Pero, extrañamente, sientes que tienes ganas de matarme, ¿no? Una vocecita, en el fondo de tu corazón, te grita que me arranques el cuello. Y eso, desde el momento en que me viste por primera vez. Es admirable ver cómo el odio de nuestros pueblos puede desafiar generaciones, como está escrito en nuestra sangre. Como dije antes, mi bisabuelo me hablaba a menudo de ti. De vosotros, la gente de fieras, de los animales retrasados."–
La respiración de Mak desapareció repentinamente, sus miembros temblaron, su garganta se apretó por la falta de aire. La bestia quería salir. El deseo de defenderse era evidente.