Esa noche, Elsa había estado llorando encerrada en esta habitación una vez más, su prisión plateada. Una gruesa capa de hielo se había extendido por las paredes, testigo de su alma herida.
La reina ni siquiera se había molestado en abrir los ojos, estaba demasiado ocupada exprimiendo el dolor que martillaba por dentro. Sus pensamientos, a pesar de querer evitarlo, volvían perpetuamente a Mak. La loba majestuosa y valiente que se había visto obligada a despellejar viva sentimentalmente. Mak, su cabello, sus ojos, su sonrisa burlona, su descarada ceja arqueada. Todo lo que la componía volvió a ella e instantáneamente la extrañaba. Muchas picas de hielo salieron de las paredes ante el mero pensamiento del cuerpo de Mak. El cuerpo que la había protegido. Quién la había salvado. Ese cuerpo dañado que tanto había intentado descubrir.
De repente, alguien llamó a la puerta, luego escuchó una voz:
–"¿Elsa?"–
–"Déjame Anna."–
–"Te traje algo de comer. Te vendría bien."–
–"No tengo hambre."–
–"Vamos, morir de hambre ayudará en nada."–
¿Morir de hambre? ¿Qué importaba eso ahora que todo había terminado? Pronto Arendelle sería invadida por los Fieles, los lobos morirían y la magia dominaría al ser humano. Pero al menos Mak estaba a salvo.
–"¿Puedo entrar?"–
–"No, Anna. Necesito estar sola. Por favor."–
La princesa pelirroja suspiró y puso una mano sobre la puerta permanentemente cerrada.
–"Elsa ... No te calles las cosas como cuando éramos niñas. Estaré en mi habitación si me necesitas."– Anna susurró antes de girar sobre sus talones, dejando a su hermana sola con su dolor.
La joven princesa vagó por los pasillos del castillo, le dedicó a Juana de Arco una sonrisa débil y finalmente abrió la puerta de su habitación.
Una mano violenta presionó contra su boca cuando cerró la puerta. Intentó gemir, pero una voz le susurró al oído:
–"No quiero hacerte daño. Pero si gritas, te estrangularé."–
Reconoció al instante esa voz cálida y hechizante. Anna asintió rápidamente con la cabeza como señal de que no gritaría y la mano la soltó.
–"¿Dónde está Elsa?"– Preguntó Mak, de pie frente a la princesa. Anna permaneció aturdida por un momento, pero rápidamente recuperó el sentido.
–"¿Cómo entraste? ¿Qué le pasa a mi hermana? ¿Por qué trataste de matar a Hans?"–
Mak arqueó una ceja.
–"Tranquila princesa. Una pregunta a la vez. Eres incluso más molesta que tu hermana."–
Anna cruzó los brazos sobre el pecho, exigiendo respuestas. Mak sonrió al reconocer un poco de Elsa en esa expresión.
–"Entré por tu ventana. Realmente habría que fortalecer la seguridad de Arendelle. ¡Esta ciudad es un verdadero cedazo! Respecto a tu hermana, no sé realmente qué está pasando. Todo lo que sé es que tu Hans es un impostor bastardo que no solo quiere exterminar a mi raza, sino también tomar el trono de Arendelle."–
Anna se quedó sin habla. ¿Su Hans? ¿Por qué tendría que hacer eso?
–"¿Por qué iba a creerte? Pensé que Elsa te desterró del reino."–
Mak hizo una mueca.
–"Sí, tengo que hablar con ella sobre este pequeño giro de los acontecimientos. Pero si no me crees, tal vez creas a un gran abrazador profesional."–