Sonriendo, la joven reina continuó su camino con paso tranquilo. El tabú que su alma había impuesto a su poder pareció disiparse lentamente. Después de todo, ese poder había salvado a alguien hoy, no podía ser del todo malo.
Mak, con las manos en los bolsillos, la siguió, feliz de haber creado una liberación en la princesa. Esta última, en broma, incluso intentó hacer algunas pequeñas esculturas aquí y allá, divirtiéndose haciendo que la escarcha corriera en su camino. Los rayos del sol parecían calentarlas, reflejándose en las esculturas, haciendo brillar el regalo de Elsa. Basta decir que fue magnífico.
Elsa miró con picardía a su amiga y sonrió aún más mientras construía un sublime lobo de hielo frente a Mak. La ladrona lo miró, se veía gentil y tranquilizador.
Mak se dijo a sí misma que a pesar de su aterradora apariencia como lobo, la soberana nunca la había visto como un monstruo, de hecho ella era la única.
Un ruido sordo llamó la atención de la loba, quien se enderezó, todavía lista para saltar. Un gruñido escapó de su garganta.
–"¿Qué pasa?"– Preguntó Elsa.
Mak miró alrededor de la llanura y en el límite del bosque, pudo ver un arbusto moviéndose. Lentamente, se acercó, mirando amenazadoramente, seguida de cerca por Elsa.
De repente, una extraña criatura saltó del arbusto haciendo rugir a la loba.
–"¡Hola!, mi nombre es Olaf y me encantan los abrazos calentitos."– Dijo la criatura, abriendo sus brazos de madera, haciendo que la loba rugiera más mientras se acercaba peligrosamente al pequeño ser, con los dientes claramente visibles.
Los ojos de Elsa se agrandaron, un recuerdo la golpeó de repente.
¿Olaf? ¿Su Olaf? El muñeco de nieve aquí presente y el de sus recuerdos se veían como dos gotas de agua. El muñeco que había hecho con su imaginación para su hermana ...
–"¡Mak, espera!"–
La princesa intervino, colocando una mano gentil sobre el hombro vibrante de la loba.
–"Olaf, ¿eres tú?"–
El muñeco de nieve pareció pensar por un momento y repitió:
–"Hola, mi nombre es Olaf y me gustan los abrazos calentitos."–
–"¿Conoces a esta cosa?"– Preguntó Mak sin intentar ocultar su disgusto.
–"Lo imaginé cuando éramos pequeñas para mi hermana. Pero nunca pensé que cobraría vida."–
–"¿Cuando eras pequeña? ¿Un muñeco de nieve parlante? Disculpame por decirte que ya estabas muy perturbada en ese momento."–
"Lo dice quién acaba de dar el salto del Ángel por un precipicio, pero soy yo la perturbada ..." pensó la soberana, sonriendo, arqueando una ceja burlona.
–"Y salvo poner su molesta pequeña respuesta, ¿puede decir algo más?"–
Criticó la mujer lobo, tocando sospechosamente la cabeza del hombrecito con un dedo. Este gesto pareció activar a Olaf quien repitió nuevamente:
–"Hola, mi nombre es Olaf y me gustan los abrazos calentitos."–
Mak frunció el ceño, genuinamente interesada, mirando al muñeco como una bestia curiosa.
–"Oh no, puede estar rayado. ¿Es estúpido o qué?"– Dijo ella, pensativa.
–"Tu lenguaje ..."– Suspiró la princesa. –"Creo que solo está esperando a que lo saludes."–