Mak suspiró mientras dejaba su plato vacío en la mesita de noche. La pobre lobo ya estaba aburrida. Por primera vez en su vida, no tenía absolutamente nada que hacer. Y era extraño sentir algo así. No hay mundo que salvar, ningún loco al que detener y ninguna princesa en apuros que proteger. Fue casi deprimente.
Nerviosa, sus dedos acariciaron el borde de la cama. Hace apenas veinte minutos estaba despierta y ya empezaba a moverse. El descanso no estaba en sus prioridades y menos en su gran pasión. Después de todo, ella era un lobo. Su naturaleza le dictaba que corriera por el bosque, cazar conejos y aullar a la luna. Ella no estaba hecha para permanecer encerrada en una habitación, por hermosa que fuera. Miró por la ventana, pensando. "Elsa sabe que nunca he sido una loba muy obediente ..."
Sin más vacilaciones, se levantó y caminó con paso tambaleante hacia la salida. Tenía que respirar, ver el sol, hablar con alguien, con cualquiera, siempre y cuando estuviera ocupada.
Tratando de permanecer discreta, atenta a la presencia de Gerda, abrió la puerta y salió vacilante al pasillo.
--"¿Y a dónde planeas ir?"--
Mak hizo una mueca, sabiendo que la habían pillado in fraganti. Se volvió y vio a Anna, apoyada contra una pared, luciendo engañosamente severa.
La lobo sonrió, genuinamente feliz de volver a verla y adivinando qué habría pasado si se hubiera topado con Elsa. Su hermana era más indulgente, lo sabía. Mak se rascó la nuca con un movimiento que Anna había aprendido a apreciar. La princesa se rió mientras toma a la lobo en sus brazos.
--"Sabía que despertarías."-- Resopló la pelirroja, apoyando su cabeza en el hombro de la joven.
Mak cerró los ojos bajo el abrazo, feliz de encontrar un amigo.
El abrazo terminó, Anna advirtió cuando se separaron:
--"Deberías volver a la cama. Si Elsa te ve de pie, va a tener un ataque. ¡Y sabes, como yo, que su alteza puede ser gélida!"--
Mak se rió suavemente, recordando el carácter a veces malo de su reina. La lobo lanzó una mirada encantadora y pidió:
--"Por favor Anna, tengo que tomar aire fresco. Estoy bien."--
Anna arqueó una ceja. --"No, y deja de mirarme con esos ojos de lobo apaleado."--
Mak gruñó. --"No soporto quedarme más en esta habitación. ¡Incluso estoy empezando a tener llagas por inmovilidad!"--
La princesa puso los ojos en blanco. --"¿No crees que estás exagerando un poco?"--
Mak frunció el ceño. --"Anna, te juro que si no me dejas salir, me tiro por la ventana."--
Ella advirtió. La princesa suspiró.
--"Lo peor es que sé que eres absolutamente capaz de hacerlo. Elsa nos va a matar a las dos."--
La cara de Mak se iluminó.
Anna le ofreció el brazo a Mak, quien lo agarró con paso lento. La mirada de la lobo vagó entre los diferentes pasillos. Todo era genial, todo era demasiado caro. Hace solo un mes, sin duda, habría dado cualquier cosa por entrar a un lugar como este.
Siempre que se cruzaban con alguien, sirviente o no, él o ella se inclinaba con una sonrisa, mostrando respeto y gratitud bajo la mirada aturdida de Mak. Tenía que ser algun gesto humano ...
--"¿Cuánta gente vive aquí exactamente?"--
--"Mucha más de la que imaginas."-- Anna respondió, divertida.
Un hombre de traje pasó junto a ella, mirando a Mak de la cabeza a los pies, antes de continuar su camino.
--"¿Y por qué todos me miran como si fuera una bestia curiosa?"--