Capítulo XXVI

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~Yo también quiero.~

El silencio se le hacía insoportable.

En las otras veces que les había caído un castigo no tenían ningún problema en la comunicación. A pesar de no haber casi ningún intercambio de palabras era sencillo. La situación era diferente.

Mikasa apretaba sus manos en la escoba, también tensaba la mandíbula. De vez en cuándo suspiraba mientras se atrevía a mirar de reojo a su acompañante, una vez sus miradas se cruzaban, ella la apartaba rápidamente dirigiendo sus ojos hacia la ventana y se mordía los labios nerviosa. Trataba de mantener su respiración calmada, pero era difícil, se avergonzaba de la posibilidad de que él escuchase los latidos alocados que salían de su pecho, todo por culpa de ese estúpido silencio.

Llevó su mano al puente de la nariz, susurrando una pequeña maldición, concéntrandose en calmarse, sin prestar atención a que Eren la estaba mirando.

Para el Jeaguer tampoco era fácil, le parecía tierno que ella creyese lo idiota que era, en realidad la había pillado mirándolo diferentes veces. Sentía arder la garganta, debido a que era incapaz de decir una mísera palabra, entonces se atoraba y disimulaba una tos.

El centro de sus palmas le dolía, no por el trabajo manual, sino por la situación, solía sucederle cuándo se ponía nervioso y sus muñecas le dolían, rasgos extraños de él. Sentía continuamente los ojos oscuros de la azabache sobre su nuca y eso lo había llegado a espantar ya que en alguna de las veces había captado una esencia que realmente le aterraba, entonces pensaba en defenderse por si acaso.

— Maldita Historia.— susurró Mikasa lo más bajo que pudo, a lo que el castaño no escuchó.

La Ackerman volvió a amenazarlo con la vista, aún sabiendo que él estaba de espaldas, simplemente trataba de relajarse pero cuándo entraba casi en la calma, se acordaba de aquella rubia que empezaba a enfurecerla bastante. Apretó los dientes manteniendo sus ojos fijos en la nuca del chico, si seguía así, sería capaz de perforarla con tan solo la mirada y de eso Eren se había dado cuenta, ya que también temía por su vida.

"Qué miedo." Pensó el moreno disimulando que no había sido consciente de los actos de Mikasa. Entonces buscaba razones por las cuáles ella debía estar enfadada. En realidad lo primero que se planteó fue el beso de ayer, pero no sabía si descartarlo, ya que esta mañana sintió que iba a besarlo. Tan solo recordarlo le daba cierta inquietud y no sabía por dónde seguir. ¿Era posible que se enfadase por besarla ayer pero igualmente ella intentarlo hoy? El planteamiento no era muy bueno, pero Mikasa no era alguien en quién debía pensar de forma lógica, eso debidos a que ella se dejaba llevar por sus emociones y no por la cabeza.

Quiso dar el primer paso, ya no podía aguantar más.

— Mikasa...

Quizá esa palabra marcaría su relación.

Los ojos grises de la Ackerman se abrieron debido a la sorpresa, no pudo ni parpadear ya que de un momento a otro tenía a Eren delante suyo, con un rostro confuso y afligido, sus ojos algo más rasgados, sus colores brillaban más y las mejillas las tenía rosadas. Cómo reflejo ella quiso golpearlo debido al susto pero el castaño tomó velozmente la muñeca de Mikasa, alzándola para evitar el encuentro de su palma con su mejilla. Por impulso, se echó hacia atrás nerviosa sin entender lo qué le sucedía al Jeaguer.

La asiática trató de zafarse en vano, realmente estaba inquieta, esa actitud misteriosa la estaba desesperando, más aún cuándo tuvo que subirse en la mesa dónde había chocado, tratando de tirar hacia atrás su espalda y girando su rostro a otro lado con miedo. Empezó a patear al aire mientras reclamaba a chico con su nombre repetidas veces.

Entiéndeme {EreMika}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora