Capítulo II

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~Mis palabras llenan a los demás mas, ¿Por qué a mí no~

—¿Qué coño haces aquí?— espetó ella con molestia al seguir viendo el rostro del apuetso joven pero sintiéndose de nuevo sumisa ante él cuándo este bajo su mirada.

—¿Acaso no lo ves?—cuestiona algo obvio ganándose la atención de la chica trás generar una pregunta después de que un silencio los haya inundado segundos antes.—Mira...- quiso explicarle algo pero hizo puños a sus manos trazando una fina linea en sus labios y suspirando para decir lo siguiente.— Me he perdido y no he llegado a clase, simplemente es eso.

La asiática ceñia el ceño y mantenía su boca medio abierta, dándole a entender que nada de sus palabras habían saciado la curiosidad que albergaba. Se acercó más a él y se posicionaba de cuclillas para estar a una altura media de la suya ya que él no se había levantado del suelo.

—No soy idiota.—aclara con tono amenazante pero sin lograr aún que el chico mueva una sola expresión en su rostro. La volvía furiosa ver cómo esa estúpida cara guapísima, por cierto, no daba signos de estar viva y su voz sólo provocaba que ella se sienta incómoda.— Mueve el culo y lárgate de aquí.

—¿Cómo te llamas?— la interrogó apartando un mechón del rostro de la chica consiguiendo que de sus labios salga un simple "¿eh?" con una voz temblorosa.— Las chicas no deberíais decir tanta mierda de vuestras bocas.

— ¿¡Pero quién te crees!?— se levanta con fuerza con su semblante todo enojado y unas mejillas ligeramente rosadas.

—El mundo ya es muy mierda para que vayamos repartiendo más.— da a conocer sus pensamientos y también su altura al levantarse de dónde estaba sentado, así de esa forma, comenzó a intimidar más a la azabache que por lo menos le sacaba dos cabezas.

Se dedicó a recorrerla y estudiarla muy poco. Se mofó rodando los ojos hacia un lado para disponerse a marcharse de aquel lugar dejando a Mikasa con la palabra en la boca pero también con algo de vacío en su interior.

Que tontos eran. Al instante en el que se conocieron supieron que serían el uno para el otro pero sin querer aceptarlo se cegaron y actuaron como un desconocido conoce a otro. Suena contradictorio o extraño, lo es.

Sin nada más que hacer la chica sólo se sentó en dónde anteriormente estaba aquel tal "Eren" y de sus labios salían murmuros, entre ellos un par de maldiciones. ¿Cómo se atrevía a humillarla? Lo peor es que estaría en su misma academia aunque las probabilidades de que se encuentren en alguna clase eran muy bajas. Casi ni existía aquella potencia pero cuando descubrió de quién se trataba la persona que ocuparía el sitio a su lado en clase de arte sólo palmeó su frente soltando un fuerte bufido.

—¿Qué dices?—interroga Sasha al ser partícipe de todo lo que su mejor amiga le había contado.

—No hace falta montar un drama, sólo te lo quería contar.

—Okay, entiendo.— contesta la castaña en forma de susurro.

Las dos jóvenes se encontraban en medio de clase de lenguas, coincidían esa hora y la siguiente así que no iban a pasarse las horas tan aburridas pero obviamente las dos tenían buenas notas académicas.

Notó como un papelito era lanzado a su mesa. Sus ojos se posicionaron en él pero no le dió atención y siguió atenta a la clase hasta que dentro de unos segundos chasqueó la lengua y decidió ya cansada girarse hacia atrás, sólo para ver quién le había lanzando una bolita de papel a su cabello negro.

Era un chico apuesto. No iba a negarlo. Aquel joven le hizo señas para que ella pudiese desplegar aquella notita y leer su contenido.

Mikasa era realista, no esperaba una carta de amor, en el que profesaba que ella era la chica más hermosa del mundo y blah blah, acabando con que quiere metérsela entre sus piernas. Ella conocía como eran los hombres, o al menos tenía esa ligera idea al ver cómo en su casa actuaban y captaba que todos eran iguales.

Entiéndeme {EreMika}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora