Entiéndeme {EreMika}

Capítulo IV

~Y entonces entiendes que no perteneces a tu misma vida, sino que sigues buscando una manera de librarte de ella~

Abrió sus bellos ojos oscuros cuando la melodía que sonaba en el aparto que estaba en su mesita de noche empezó a entrar en el oído de ella. Tomó su móvil deteniendo ese sonido al mismo tiempo que anhelaba dormir más. Suspiró con pesadez manteniendo sus ojos cerrados.

— Otro día más...

Y es que al decir aquellas palabras, lo hizo dejando un rastro de melancolía. Apartó las sábanas que la cubrían para así hacer su cambio de ropa y marcharse antes de que sus padres también saliesen para comenzar esa hermosa forma de comunicarse entre gritos e insultos. Quizás ellos veían eso algo bonito y por eso lo hacían, al menos se comunicaban.

Quitó el camisón blanco que llevaba, casi transparente y así dejando ver si traslucia con el sol, su cuerpo firme y bastante bien cuidado.

Colocó su ropa interior para después, que por cierto, un poco atrevida, para poner encima de esta una camisa sin mangas que dejaba ver incluso la forma de su sostén negro y abajo una falda negra hasta la mitad de sus muslos, unos leotardos con diminutos agujeros y unos botines de cordones también negros. Puso para refugiarse del aire helado de las mañanas una chaqueta azul marino y así, tomó su mochila con libros, colgándola solo de su hombro derecho y disponerse a bajar las escaleras de su casa con sigilesa, aún sabiendo que Carla ya estaría ahí.

En efecto, la mujer castaña estaba ahí y parecía que la había esperado ya que, se encontraba al final de las escalares cruzada de brazos, lazándole una mirada a Mikasa que estaba algo confundida.

— No quiero hablar.— respondió con un bufido algo infantil a aquella de ojos negros.

— De pequeña me contabas todo, niña.— se jactó con disimulo alzando su cabeza pero aún con la vista clavada en la azabache.

— Ya no soy pequeña, Carla, y sé que tampoco eres la más indicada para ayudarme a mejorar mi relación con mi asquerosa existencia.— dijo sin pensar en sus palabras o si podían ser hirientes a la mayor o no. Sólo vió la expresión en el rostro de la castaña que se encontraba sorprendido, al parecer, Mikasa sabía más de la vida de esa mujer de que lo que ella se esperaba.

Caminó delante de ella, chocándole el hombro adrede con la vista al cielo al contrario que Carla, que miraba al suelo con los labios entre abiertos. Quizás se había pasado un poco, pero aquella castaña no era nadie para meterse en la vida de la asiática, aunque fuese la única a la que le importase de verdad su bienestar.

Sólo se mordió el labio inferior y corrió por los jardines que adornaban su gran casa. Volvió a saltar las vallas como usualmente lo hacia y se encaminó en la calle y así dirigirse a tomar el bus que la llevaría a su escuela. Se centró en eso, no quiso darle importancia al sentimiento que crecía en su pecho cuando recordaba el rostro de Carla, probablemente, sus palabras eran las culpables, la cuáles la llevaban a ser ella misma la culpable.

Tomó los cascos que guardaba en su mochila y como siempre, intentó escapar en las notas que se le presentaban. Sólo así, era capaz de olvidarse unos minutos del mundo.

~

— Quizás llegar tarde hubiese sido mejor.— susurró Eren para si mismo.

Cuando logró marcharse de su casa, que por cierto, lo consiguió rápidamente, llegó también tomando el transporte público que estaba vacío. De esa manera estuvo delante de su academia pronto.

Odiaba a la gente. Se dedicaba a examinar a los grupos que ya se habían formado y sólo estaba fuera del gran edificio en dónde estudiarían. Habían jóvenes sentados en los bancos, la hierba de los jardines, en las vayas que rodeaban la gran academia. Pero no había ni uno sólo, bueno, a excepción de él, vaya antisocial. No obstante, eso no le impidió nada, sabía de sobra que la mayoría de estudiantes de ahí estaban hablando de él. Lo más probable fue porqué se encontraba en medio de la pequeña plaza de delante del edificio y solo, mientras los demás se acomodaban en los alrededores.