Capítulo XXXI

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~ Batallando ~

Después de aceptar la cena por parte de Eren y descubrir que era un gran cocinero, se vio a si misma en frente de su hogar, con el castaño a su lado, quien tomaba su mano. Mikasa tenía miedo de entrar.

— No te conté porque anoche fui a tu casa.— murmuró la Ackerman tomando con más fuerza la mano del Jeaguer sin desviar la mirada de la mansión de delante.

Eren con el rostro serio se fijó en la menor, sintiendo el agarre de su mano más fuerte.

— ¿Quieres contármelo?— preguntó el moreno con el rostro sereno. No iba a obligar a la joven asiática a confesarle todos sus temores, a pesar de que los quería conocer.— No voy a presionarte.

— El hombre de gafas.— inició Mikasa.

Eren alzó una ceja. Se posicionó delante de su pareja sin soltarle la mano. Gracias a todas las luces de la avenida y de la misma luminosidad de la casa podía apreciar el rostro claro de la Ackerman. Los grises de ella estaban mirando el suelo, tratando de esconderse de alguna forma, arrugando ligeramente el entrecejo y mordiéndose del labio inferior.

— El hombre que miraba a mis agresores.— su cuerpo empezó a temblar.— Estaba en mi casa.— susurró mientras miraba angustiada y atemorizada el rostro de su contrario. Abrió sus párpados con sorpresa cuando observó los rasgos contenidos del Jeaguer, tratando de calmarse, tratando de no explotar en ese momento, queriendo contener una especie de ira, de enfado, manteniéndose sereno y calmado, pero no era posible.

— Vámonos.— dijo finalmente Eren tirando de la mano de su pareja.

Ella se soltó.

— ¿Qué?— cuestionó incrédula.

— No puedes estar aquí, es peligroso para ti, Mikasa.— argumentó el castaño acercándose de nuevo a la menor.

— No, no, ¿crees que puedes protegerme?— interrogó la Ackerman.

— Es lo que te pedí cuando empezamos juntos.— aclaró el Jeaguer arrugando la frente.— Venga, hay que volver.

— Eren, esto te queda muy grande como para protegerme.— inició la azabache zafándose de los intentos de Eren al tomar su mano.

— Estarás más segura en mi casa que aquí.— aseguró el chico.

— ¡Oh!— se mofó irónicamente mientras rodaba los ojos.— No puedes ser tan egoísta. Te estoy tratando de decir parte de lo que me ha ocurrido hace medio año y en lo único que piensas es en ti como hombre protector.— empezó a reírse sarcástica.

— ¿Qué mierda estás diciendo?

— ¿Piensas que vas a cuidarme de aquel hombre? ¿Crees que puedes hacerle daño a él?— empezó a acribillarlo con diferentes preguntas.— Estás enfadado, pero ¿por qué? No tienes el derecho de molestarte, yo soy la que odia a ese estúpido cara de mono.— se acercó a Eren e inconscientemente el chico se sintió intimidado.— Que estemos juntos no te da derecho a intervenir en mis asuntos, ya has hecho suficiente con que curarme la herida.

— Sólo me preocupo por ti.— susurró el Jeaguer a malas.

— Lo sé.— respondió ella.— Pero deja de interferir en mis luchas.

Entiéndeme {EreMika}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora