Capítulo XIII

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~Y aún así quiero protegerte,
aunque no me lo
agradezcas después~

- ¡Déjame!

No había sido buena idea llevarla a su hogar, pero tampoco quería seguir en clases. Ya pondría una escusa cualquiera después.

Sus ojos se clavaron en los oscuros de ella, casi de forma amenazante, a lo que se sorprendió ya que Mikasa no apartaba la mirada sobre la de él, pero no lo incómodo, siguió obligándola manteniendo su vista en la su contraria hasta que por fin fue ella la que cedió ante eso.

Parecía una niña caprichosa. Quizás lo llegaba a ser, pero que no quisiese tomar una simple infusión era demasiado. Tampoco iba a matarla, vamos, era algo bastante alocado. Lo único que quería era que se curase pronto, su temperatura comenzaba a subir más y eso lo aterró.

- ¡No quiero!- volvió a exclamar chocando su espalda con la pared de su habitación mientras seguía sentada en su cama. Su rostro era el de una niña enfuruñada. Qué mujer más terca.

- Me estoy quemando.- murmuró Eren sosteniendo la taza y rápidamente desapareció de entre sus manos cuándo la azabache se tomó un gran sorbo de el líquido que le ofreció antes el joven. Él lo miró extrañado ya que el objeto le fue arrebatado trás decir esas palabras.

- No sabía que quemase.- susurró. Ella misma tuvo que aguantar el ardor en su garganta por tal de que el chico que tenía delante no se quemase las manos. Ya había destruido su guitarra, pero si sus manos se lastimaban no volvería a tocar ninguna melodía que calmase su alma.

Mikasa tampoco aceptó a la primera llegar a casa del muchacho. En verdad no le agradó la idea, fue bastante espontánea, pero se dejó llevar después de recordar todas las palabras del ojiverde hacia ella. Creció una gran curiosidad en su pecho, quiso saber cómo era el lugar en donde vivía Eren. Al principio le llamó la atención bastante, después de olvidó de él, pero ahora estaba volviendo de nuevo esa necesidad de saber más de el Jeaguer.

Tan sólo llegar al piso del muchacho, ella preguntó por sus padres, a lo que el muchacho solo pudo decir que no vendrían hasta mañana. Esa simple respuesta ya dejó muchas pistas a la joven, siempre había estado solo, como ella.

Pudo observar bien lo diminuta que era su casa, justo cómo para tres personas. Un baño pequeño, una cocina, el salón dónde solo habían un sillón y un pequeño sofá, las habitaciones, y el cuarto de Eren, ni siquiera su propia recámara era del tamaño del baño privado que tenía ella.

El chico le dejó unas vendas y le dió instrucciones sobre la herida, no la había visto y no pensaba ser un descarado con ella. Mikasa entendió y ella misma volvió a colocarse bien las vendas.

Después de eso, salió del baño y se tambaleó. Tenía fiebre y está vez no fue rescatada por Eren al instante, pero él la ayudó a levantarse y a guiarla a su cuarto de nuevo hasta que trajese esa infusión. Y trás todo esto, eso los llevó a su situación actual.

- ¿Por qué haces esto?- preguntó la azabache volviendo a levantar la mirada. No quiso montar un drama, sólo habló porqué era una cotilla, incluso con las cosas privadas.

- No respondes mis preguntas entonces tampoco responderé las tuyas.- habló el castaño provocando que el rostro de la joven se sorprendiese ya que él utilizó sus mismas palabras.

Entiéndeme {EreMika}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora