~Eran tan incompatibles pero se complementaban de manera perfecta.~
Cada mañana era igual y eso lo hacía insignificante. Debía levantarse una hora antes para evitar escuchar las discusiones de su parentesco. Simplemente lo odiaba, odiaba esos gritos, las burlas, los insultos, era espantoso a sus oídos. Pero fue tanto el constante número de peleas matutinas que se acostumbró a aquello, no obstante, evitaba ser partícipe de ello.
Quitó su única prenda, la que utilizaba para descansar en la noche y puso unas leotardos negros transparentes debajo de una falda tejana también negra que le llegaba hasta la mitad de los muslos. No le gustaban los colores llamativos, ni el rosa o amarillo, ni claros o pasteles, con llevar algo negro u oscuro le bastaba. Puso una camiseta granate pegada al cuerpo y una cazadora negra para así refugiarse del frío que inundaba en las mañanas.
Peinó su cabello un poco, tampoco le hacía falta mucho ya que era corto y liso. Sus labios no necesitaban tener la fina capa de un pintalabios pero a ella le gustaba ponérselo así que así fue, sus ojos negros hacían contraste con el rojo de sus labios y largas pestañas que coronaban los ojos.
Tomó su bolso con los libros que necesitaba para su día y bajó las escaleras hacia el piso de abajo con suma sigilesa.
– Mierda...– susurró cuando se encontró con la mujer que se ocupaba de casa. No su madre, una de sus trabajadoras.
— Mikasa. — la nombraron con unos ojos algo tristes y preocupados al ver cómo aquella niña que anteriormente era feliz, se estaba convirtiendo en algo que ni sabían.
— Carla, sólo calla, no quiero que ellos me lleven a clases.— pidió la joven azabache apresurándose a salir por el gran portón de su casa.
Recorrió los jardines de aquello a lo que no era capaz de llamar hogar. Lo hizo de la manera más rápida que sus botines negros le permitían hasta que llegó a la puerta de metal que rodeaba toda su casa cercada de barras de acero de unos tres metros y medio. Salió de ahí trepando para después saltar a la acera de la calle en dónde se encontraba aún más casas como la suya.
~
Su día a día tampoco eran distintos. Se levantaba de su estrecha cama para después dirigirse con pasos cansados hacia el salón de su casa en dónde veía a su padre con botellas de vino o cerveza en la mano y con sus ojos cerrados mientras roncaba boca arriba. Aquella escena era decepcionante y lamentable para aquel de ojos hermosos que se puede apostar que nadie había visto en su dichosa vida. Después de eso chasqueaba la lengua con inmensas ganas de dejar libre su llanto pero recordándose de que debe ser fuerte por su madre.
Caminaba de manera lenta yendo a lavarse la cara para después volver a su pequeña habitación y recordar que su vida era una mierda. Trás esto escuchaba las sirenas de ambulancia o de policías que recorrían su barrio y volvía su deseo de liberarse de aquel horroroso lugar en busca de una lugar dónde sea feliz.
Se desprendió de la ropa que llevaba para ponerse unos pantalones negros al igual que la gorra que decidió ponerse y una camiseta verde apagado con una sudadera marrón oscura. Para finalizar y así escapar de su casa se tapó con una bufanda roja de la cuál era portador él y sólo él, era muy especial para el chico de tan solo dieciocho años.
Posicionó en su mochila unos libros, los suficientes para su primer día en la escuela, su último año. Trás esto llevó también su guitarra, amaba tocarla y cuando la tenía cerca imaginaba que era feliz. Vaya idiota miserable.
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Entiéndeme {EreMika}
FanfictionElla era la única para él. Él era el único para ella. Los personajes no me pertenecen a mi mas la historia es mía. ❌ NO adaptaciones ni copias, me veré obligada a DENUNCIAR en caso de que ocurra.