Capitulo VI

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~La cobardía ganaba gran parte en su ser, por eso no se atrevía a terminar todo.~

No caminó más.

— Joder...

Volvió de nuevo a su hogar, realizó ese acto cuando se encontraba ya muy cerca de su objetivo. Algo dentro de ella la detuvo y aún no sabía la causa de aquello. Sólo se limitó a seguir órdenes directas de su corazón o subconsciente, no le apetecía pensar ni analizar nada.

Y así de nuevo, una noche más, entre sollozos consiguió dormir.

Llegar otra vez a su habitación fue algo complicado, subir por la ventana y cogerse de la parte inferior del balcón no era tan sencillo, pero aún y así logró adentrarse en su alcoba.

Puso sobre su cuerpo desnudo aquel camisón blanco para así adentrarse bajó las sábanas e intentar dormir. No fue fácil, cada hora sus ojos se abrían como platos y su respiración se hacía pesada, obligándola a incorporarse en su cama y llevar su mano al pecho. La causa de eso eran sus pesadillas. Hacía tantos años que no soñaba algo parecido a aquello, pero hoy sus padres atravesaron el límite, eran los culpables de que la joven volviese a enredarse entre aquella terrible oscuridad.

¿Desear la muerte es malo?

No, que va. Todos alguna vez la hemos querido conocer, ¿Verdad? El anhelo de morir es una fase en nuestra vida, pero, no hay razón para que esta se alargue tanto. No existe nada más doloroso que eso. Aunque no much gente sabe en realidad de que se trata, Mikasa Ackerman sí.

Se revolvió entre la cama esperando a que su despertador sonase. No había dormida prácticamente, la causa, sus sueños. Joder, que asco daban.

Se revolvió inquieta y fue cuándo decidió levantarse de su cama y marcharse aunque no haya escuchado aquel pitido que debía despertarla. Cogió una unos pantalones cortos hasta la cintura y los puso encima de sus leotardos. Un jersey turquesa pegado al cuerpo marcando sus pequeños hombros y su busto, sobre este la cazadora negra y con sus botas, que le llegaban al final de los tobillos, salió de su casa con sigilo.

Evitó hacer algo ruido, se aferró a su mochila con algo de nervios. Eran recién las siete de la mañana, en unos minutos debería llegar Carla y digamos que Mikasa no estaba de humor para verla a ella, ya que estuvo presente delante del maltrato de sus padres hacia su persona.

~

¿Y si las almas de los desdichados están compenetradas?

Él también había escapado de su casa, no con la misma idea de la Ackerman. Se irritaba cada vez que veía a su padre, más de lo normal, como si quisiera matarlo pero... Otra vez cometería el mismo error.

No, no era tan idiota como para repetir la historia.

Se levantó con prisa antes de que su madre y padre se diesen una pequeña despedida con algunos besos y abrazos de por medio ya que uno iba a buscar trabajo y ella iría al suyo. Eren seguía sin estar de acuerdo con aquello y pronto se descubrirá la razón. Se puso un pantalón blanco, no tan pegado a las piernas, su camiseta verde y una chaqueta gruesa color marrón.

Bueno, si que era tonto. ¿Por qué salir tan pronto de casa? Ahora mismo no tenía dónde ir. ¿O puede que sí?

Salió cerrando la puerta con sumo cuidado de no ser escuchado. Y así, atravesó las calles de su mala calle hasta llegar a aquel puente viejo por dónde pasaba un río bajo el.

Entiéndeme {EreMika}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora