Comienzo de clases.

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Aunque suene cruel, la vida sigue para pesar de muchos y gusto de otros. Eso hace. Y, para excepción, estaban los alumnos del Gloss North High School. Todos se preparan para el primer día de clases, algunos con más facilidad que otros a pesar de la gran tragedia que los tomó por sorpresa.

Todos tienen sus sospechas de quién pudo cometer este acto tan vil y despiadado, pero como bien dice el dicho: todos son inocentes hasta que se demuestre lo contrario; aunque en esta ciudad es difícil saber quién es inocente y quién es culpable.

En una humilde casa de la ciudad, se mira una linda joven en el espejo mientras peina su largo y alaciado cabello color negro; al terminar esta sencilla y cotidiana acción, se da una inspección para asegurarse que su apariencia está impecable y, al terminar dicha comprobación, se queda complacida con su apariencia.

El uniforme representativo del North está perfectamente limpio e impecable, sus zapatos negros están relucientes y su cabello está recogido en una cola de caballo; además se ha puesto una diadema roja. Recoge su mochila preparada el día antes, así como también lo estaban sus zapatos y uniforme demostrando lo organizada que es. Sale de su habitación y va directo a la cocina en donde está su abuela haciendo el desayuno mientras baila al ritmo del dúo de canto adolescentes y esta al ver a su nieta, sonríe y le canta.

—¿Por qué Dios te hizo tan bella? Eres única, una estrella. Yo te amo demasiado —Es el pedazo de la canción que le dedica a su nieta, la cual ríe divertida por la personalidad de su abuela.

Siente un beso en su cabeza y no necesita voltearse para saber quién es, pues solo viven tres personas en su casa, incluyéndola a ella.

Padre e hija se sientan en la mesa, él a la derecha y ella a la izquierda; ambos se miran mientras esperan el desayuno.

—Si escuchas "yo te esperaba" esa te la dedico yo a ti, pero no esperes que la cante y mucho menos que lo haga como tu abuela —dice sonriendo su padre.

—Tranquilo, papá. No espero que cantes
—dice divertida.

—¿Y YO NO LA ESPERABA? —pregunta su abuela, lista para pelear con su hijo.

—¡MUJER, ESTÁS EN TODO MENOS EN MISA! —grita exclamando el padre de la adolescente con seriedad, aguantando las ganas de reír.

Al darse cuenta que iban a empezar con sus clásicas discusiones que siempre la hacían reír, la joven decidió intervenir:

—Aunque normalmente disfruto sus discusiones y dejaría que ustedes mismos la terminaran, hoy debo acabarla porque no puedo llegar tarde al primer día de clases —les dice divertida, pero sincera.

La abuela rueda los ojos por el comentario de su nieta solo para fastidiarla mientras trae los platos de las dos personas que más ama. Le deja primero el plato a su nieta.

—Para mi niña linda —dice sonriendo y después le deja el plato a su hijo—, y para mi bebé gorila —dice divertida.

Ahora es su hijo quien rueda los ojos por el comentario de su madre —ella le dice así por su barba y cabello largo, además su estatura y musculatura—, su hija se ríe y él alza una ceja haciendo que ella coma de inmediato para disimular su risa, la mujer vuelve con su plato y se sienta.

—Ay, mi niña... no deberías exagerar con el horario de llegada; que llegues justo en el minuto que suene la campana no significa que todo en tu vida se arruinara —dice con obviedad.

—Abuela —le dice su nieta en tono de regaño—. Sabes muy bien que —Su abuela la interrumpe—... todo lo referente a tu vida académica debe ser perfecto para que Harvard tenga motivos de sobra para darte una beca completa —repite con un poco de cansancio, pero a la vez orgullo por las palabras que su nieta les ha dicho múltiples veces—. Lo sé —dice levantando la manos en gesto de rendición.

Perfección Disfrazada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora