Los jugadores.

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El adolescente está mirando los perfiles de sus compañeros, intentando entender la situación tan irreal en la que está involucrado, para él algo seguro es que ninguno de sus amigos está detrás del seudónimo de G.P., lo que deja de sospechosos a los involucrados pero es algo que no tienen sentido; ya que ellos no son tan unidos a Genevieve como para hacer todo un juego que tiene como objetivo atrapar su atacante. Su teléfono sonó y él lo agarró para descubrir que es un mensaje de su amigo.

Habla con Fabiana, se te está volviendo loca.

Ese mensaje confundió al moreno que miraba el teléfono con el ceño fruncido, el siguiente mensaje fue más detallista y explicaba porque Drew le envió el primer mensaje, no pudo evitar cerrar los ojos y suspirar.

 —Hablaré con ella, pero tenle paciencia esto que nos está pasando ya le está empezando a pasar factura —. Explica con un tono cansado.

Envió la nota y en respuesta consiguió un emoji de un pulgar arriba, busca a la chica en sus contactos y no puede evitar sonreír al ver como la registró en sus contactos, ese apodo solo lo sabían él y Drew porque el adolescente confía mucho en el castaño, ni siquiera la rubia sabe cómo la tiene registrada y eso era algo que el moreno no le decía para no hacerla enojar o hacer sentir mal; antes de darle a la opción de llamar recibió un mensaje de la adolescente. Al abrir el chat en el que se metía de vez en cuando para recordar los momentos en los que experimentó una gran felicidad y que desde hace un tiempo estaba inactivo por ambas partes, confirmó lo que su amigo le dijo al ver la invitación que le acaba de enviar. La llama cuando termina de leer lo que le mandó y al tercer tono contesta.

 —Hola —. Contesta la futura cumpleañera.

 —¿Me quieres explicar lo que vas hacer? —cuestiona agotado.

 —Una pequeña reunión por mi cumpleaños, creo que es algo obvio —. Le explica con tono jovial.

 —Fabiana —. Dice con un tono de advertencia.

 —¿Qué quieres en realidad? —pregunta sin delicadeza.

 —¿Quieres saber lo que en realidad quiero? —pregunta con molestia.

 —Si no lo quisiera saber, no te estaría preguntando —. Afirma con tono inequívoco.

 —¿Segura? —le cuestiona.

 —Claro —. Afirma ahora insegura, pero su orgullo no la deja retractarse.

 —Quiero que me hables, y no de manera burlona, sarcástica o solo para complacerme y que no te vuelva a molestar — empieza, Fabiana ya se está arrepintiendo de dejar que su orgullo la dominará—. Además también quiero que te desahogues, Fabiana quiero esa persona a la que le cuentes todo lo que tienes en esa cabecita loca, la estoy que no deja de pensar en un millón de cosas y no te deja tranquila —. Confiesa con honestidad y preocupación.
 
 —Quieres algo muy difícil Leoncito —. Afirma mientras intenta que su tristeza no se note.

 —Solo a ti te permito decirme ese horrible apodo solecito —. Cuenta con una sonrisa.

 —¿Solecito? —pregunta confundida.

 —Sé que es difícil para ti expresar lo que sientes pero tarde o temprano esos sentimientos y pensamientos, te van a jugar en contra —le explica mientras que espera que se haya olvidado lo último que le dijo—. Y considerando mis problemas, creo que soy un buen ejemplo de lo que pasa cuando eso pasa –. Le explica.

 —Lo voy a pensar —admite sincera, el moreno asiente conforme sabiendo que eso ya es un avance —. Esto sonará egoísta, pero una parte de mí se siente bien al saber que aún sigo contando contigo —. Reconoce con nerviosismo la rubia.

Perfección Disfrazada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora