No quise que esto pasara.

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En una cabaña ubicada en el bosque Gloss Park, Margareth recoge toda la información que ella y G.P. habían escondido ahí, los archivos los guarda en su bolso y borra las pizarras que contenían pensamientos e ideas de ambos jóvenes. Se la había pasado todo el día llorando y sin ganas de nada, cuando las lágrimas dejaron de salir fue que dejó que su ira la controlará, así que dispuesta a todo y sin pensar fue a la pequeña cabaña abandonada propiedad de su familia en la que ella, G.P. y Freddy se reunían; se llevó todo lo que estaba en ella siguiendo un plan del que sólo ella es consciente. Desde el día del ataque a Genevieve, Margareth sentía que era vigilada, con el tiempo ignoraba su paranoia, pero lo que ella no sabía es que esta vez la persona a la que le temía si la había seguido; cuando se aleja es que dicha persona decidió revisar la cabaña para ver si encontraba algo incriminatorio. Al no encontrar nada decide irse de ahí, sin saber que había dejado ir a Margareth con lo que estaba buscando, la cual no pierde el tiempo en poner en marcha su plan.

Margareth es de las personas que cuando suena la alarma la apaga y se queda con la mirada perdida en el techo mientras espera que se le quite la flojera, pero en esta ocasión apenas sonó la alarma la apago de inmediato y salió de un salto de la cama. Hizo su rutina con normalidad y se aseguró de llevar todo lo necesario para su plan, intentó controlar sus ansias de salir y se obligó a comer para que sus padres no notarán lo que sentía.

—¿Segura que te sientes mejor Maggie? Aún te veo algo pálida y antes del maquillaje tus ojeras aún eran notorias —. Afirma su madre.

—Muy segura mamá, no te preocupes por mí, en serio quiero ir a la escuela.

—Ay hija, no lo sé.

—Créeme, además recuerda que debo demostrar que tomo mi educación en serio para que el señor Hastings no se arrepienta de haberle prestado dinero a papá para mis estudios.

—En eso tiene razón, si se siente bien que vaya —. Dice su padre.

—Si, por tristeza tienes que demostrar que tu educación vale la pena a un hombre que solo nos tuvo lástima y sintió que con nosotros hacía su obra benéfica del año.

—Iris.

—¿Qué? No he dicho una mentira Alan.

—Al menos yo busco salir de esto, mientras que tú solo te quedas sentada sin hacer nada y siendo inútil.

—Al menos podrían esperar a que me vaya, cuando salga de aquí pelean todo lo que quieran.

—Lo sentimos hija.

—Listo, me voy, los amo.

—Nosotros también te amamos.

Margareth les dedica una sonrisa antes de irse, hoy decide irse caminando con calma para disfrutar del día, mientras le da vueltas a su plan no puede evitar pensar en G.P. y el lazo que se había creado entre ellos sin siquiera darse cuenta. Ni en sus sueños más raros llegó a imaginarse que terminaría siendo la persona con la que más comprendida se sentiría, sabía que no estaría de acuerdo con su plan y no quería que se enojara con ella, pero sentía que si no hacía algo iba a explotar y no quería eso; cuando la escuela empezó a verse desde lejos sacó un archivo y un megáfono de su bolso. Al momento de llegar a la entrada su corazón se acelera y traga saliva, sujeta con fuerza los objetos que tiene en sus manos, por primera vez en mucho tiempo camina con el mentón en alto y sin fijarse en nada a su alrededor, eso hizo que no se diera cuenta que había pasado frente al salón de la persona que pensaba exponer hoy; gracias a la puerta con vidrio dicha persona noto los objetos de Margareth. Un presentimiento hace que su ceño se frunza, una mano va a su estómago y la otra la levanta.

—Dime.

—Puedo ir al baño, por favor.

Tras el asentimiento del profesor, sale de inmediato del salón, corre hasta que logra ver a Margareth, con una distancia prudente la sigue. No entiende las intenciones de Margareth, ya que seguir a la pelirroja le ha llevado a subir las escaleras que dan hacia la azotea, al momento de llegar a la puerta la entreabrió y ve como Margareth camina de un lado a otro sin dejar de ver el reloj en su muñeca, hubo un punto en el que pudo leer el título del archivo; eso provocó que su corazón se empezará a acelerar y sus palmas a sudar. Tras meditarlo en sus inhalaciones y exhalaciones, decide salir con cautela, cuando sus miradas se encuentran, sus respiraciones se detienen, la persona da un paso para acercarse y Margareth da otro para retroceder, así estuvieron hasta que Margareth extiende el archivo hasta el vacío.

Perfección Disfrazada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora