Capítulo XVII: Espíritu de Lucha Renovado

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El valle ahora estaba lleno de cráteres de distintos diámetros, formas y profundidad, tras la devastadora batalla entre el Ángel de la Divinidad con los distintos dioses guerreros de Asgard. Pero luego de que San Gabriel diera una declaración admirable, el combate se había detenido por un momento, a causa de las diversas reacciones de los presentes; dando lugar a una increíble calma, que con la tenue luz del sol, apenas filtrándose por las grises y tormentosas nubes, creaba un aire de enorme serenidad y calma en el ambiente. 

Sin embargo esa tranquilidad solo sería breve, porque el Rey de Asgard seguía con ansias por golpear a alguien para calmar su creciente furia, y no se sentiría satisfecho hasta hacerlo. Pero no era el único con deseos de continuar la confrontación contra aquel que tuvo la osadía de desafiarlos.

—¡Je, je, je! Sin duda eres un ser muy extraño.

Dijo un guerrero Æsir que parecían rondar por los 30 años, dando un par de pasos al frente de sus compañeros, y estando a plena vista de todos. Como todos los nórdicos era de piel clara, y como muchos de esas regiones era rubio, aunque solo tenía una larga barba y no tenía cabello. Su complexión era bastante robusta, además de ser también uno de los más altos de entre los Æsir presentes. Sus ojos eran azules y tenía tatuajes rúnicos de color azul en su cabeza y parte derecha del rostro. En cuanto a vestimenta, no llevaba casi nada de armadura, sino un conjunto completo de ropa de invierno hecha con piel de oso.

Aquel dios Æsir era Ull, el Dios Nórdico de la Cacería.

—Y es bastante irónico que un maldito cobarde como tú diga tan grandes palabras —dijo Ull denotando un extremo disgusto.

—¡Pero cómo se atreve ese desgraciado gorila noruego a decir eso! —exclamó Wadjet casi levantándose de la silla por la furia que sintió, al igual que Brigit y Morrigan, por haber escuchado tal insulto dirigido hacia el arcángel mensajero.

—Solo un cobarde debilucho usa las técnicas de otros para defenderse, en vez de usar sus propias técnicas —proseguía quejándose y burlándose Ull, con una sonrisa arrogante—. ¿Acaso no tienes técnicas propias porque eres un copión? ¿O simplemente no las usas porque son débiles?

Aunque San Gabriel estaba indiferente ante las burlas, insultos y quejas del dios nórdico, no se podía decir lo mismo de Brigit, Morrigan y Wadjet; las tres estaban tentadas a entrar a la batalla solo para romper la cara de Ull a golpes. Y la única razón por la que no lo hicieron, fue porque el Ángel de la Divinidad respondió tras un silencio desinteresado.

—Ull —decía San Gabriel sonriendo como si hubiera escuchado una excelente broma—, la verdad de porque no uso mis propias técnicas, es porque no quiero correr el riesgo de matar a nadie. No me gusta el derramamiento de sangre, ni menos el tener que quitar vidas por cualquier motivo.

A pesar de que lo dijo de un modo gentil, sincero, cordial y sin ningún aire de superioridad o arrogancia, esas palabras enfadaron por completo a Odín, Thor, Ull y otros Æsir más, que consideraban cada palabra sincera suya como insultos y blasfemias.

—¡Maldita estrella parlanchina! ¡Parece que eres una ofensa andante! ¡Primero osas amenazar a toda Asgard y luego te atreves a burlarte de nosotros sin parar! —exclamó Baldur entrando en cólera masiva, y emanando energía luminosa con potencia.

—Pero no tengo intenciones de ofender ni burlarme de nadie. Solo digo la verdad —contestó San Gabriel un poco apenado y confundido, como un niño inocente que no sabe que ha dicho una palabrota.

Immortalem: Inicio del Nuevo MitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora