Capítulo IV: Unión Eterna

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[Bosque de las Hadas: Prados del Amanecer]

Después de haber conocido a las dos candidatas para la boda el Panteón Celta, bajo el permiso de la Diosa de las Hadas, preparó la ceremonia en horas de la mañana cerca de sus dominios; en el claro de un hermoso valle al lado de un bosque que no parecía tener fin. Las sillas de madera estaban repartidas por el lugar en filas de cuatro líneas, haciendo espacio en el medio. Y en cuatro lados había mesas con bocadillos y barriles de cerveza para festejar la ceremonia. Además todo estaba adornado con guirnaldas de flores y algunos monolitos.

Por último, en lo que se consideraría el altar, se encontraba San Raziel, quien iba a ser el que "uniría" a su hermano con el dúo de diosas. Y en cuanto a estas últimas, estaban en el mismo "altar", esperando a su futuro compañero eterno, mientras fijaban la mirada una en la otra, con cierta hostilidad.

Aunque Brigit lucía elegante con un hermoso vestido rojo de bordes blancos, Morrigan parecía lista para la guerra, pues llevaba su característico atuendo de combate y de gala —la misma armadura ligera que usaba cuando conoció a San Gabriel—, y al parecer hizo bien en llevarla, porque parecía que se desataría un combate allí mismo, entre ella y la druida pelirroja.

Mientras San Raziel todo lo que hacía era mirar a las dos diosas, temblando de miedo y orando en su mente que esa posible batalla entre ellas, la cual parecía inminente, no ocurriese. Pero por suerte para todos también estaban allí la Diosa Griega de la Sabiduría, Atenea, y la Diosa Reina de las Hadas, Clidna.

Atenea era una hermosa mujer joven griega, de cabello rubio y largo hasta la cintura. Su piel clara tenía un ligero bronceado y sus ojos eran azules. En cuanto a su constitución era atlética, esbelta y alta (1, 76 m). Llevaba puesto un conjunto de armadura ligera dorada, que consistía en una pechera a modo de sostén, junto con una capa azul, y una falda blanca sujetada a una correa de oro. Y como complemento llevaba sandalias, protectoras en muñecas, brazaletes en los bíceps y un yelmo similar a los cascos de los guerreros espartanos.

 Y como complemento llevaba sandalias, protectoras en muñecas, brazaletes en los bíceps y un yelmo similar a los cascos de los guerreros espartanos

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En cuanto Clidna, ella era una mujer joven irlandesa, de cuerpo más maduro, voluptuoso y alto que el de Atenea (1, 83 m). Su piel era clara como todo irlandés y tenía el cabello de color dorado, aunque más corto que el de dicha diosa griega, y lo mantenía atado a una coleta. Llevaba una vestimenta que consistía en un ligero vestido verde con gran escote, sujetado a un collar dorado adornado con una gema verde, pantimedias de los pies a la mitad de los muslos, y unos brazaletes dorados en sus muñecas, además de que iba descalza, portaba una corona dorada que representaba su título de reina, y traía una larga tela verde envuelta en medio de sus brazos.

 Llevaba una vestimenta que consistía en un ligero vestido verde con gran escote, sujetado a un collar dorado adornado con una gema verde, pantimedias de los pies a la mitad de los muslos, y unos brazaletes dorados en sus muñecas, además de que ib...

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