Capítulo XXVIII: La Senda del Maestro

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El juicio había terminado con la demostración de la inocencia de Brigit, Morrigan y Wadjet sobre la destrucción causada en el Territorio Nórdico. Sin embargo no todo era tan favorable; San Gabriel iba a tener que pagar de algún modo una pequeña parte de los daños causados, ya que todo esto empezó por su irresponsabilidad de no haberles dicho a las tres diosas sobre su "viaje de autor-reflexión". El Ángel de la Divinidad estuvo más que dispuesto a pagar lo que hiciera falta, incluso pasar por un castigo si era necesario.

Allí es cuando Rudra intervino; dado a que San Gabriel era su discípulo y protegido, la responsabilidad también caía sobre él. Es por ello que el Dios de las Bestias propuso ayudar a reconstruir la mitad de las zonas destruidas, y el resto lo arreglarían Freyja y las Valquirias. Fue una propuesta que todos los dioses nórdicos aceptaron, bajo una condición; que por esta vez cumpliera con la Ley Universal de no entrometerse en los asuntos de un Panteón extranjero, en este caso no entrometerse en los conflictos entre Asgard y las criaturas no-humanas.

—Es una condición bastante... molesta... —dijo Rudra con una mano en su barbilla, pensando en la condición de los dioses nórdicos.

—No creas que no sé sobre tu simpatía por esos malditos monstruos —dijo Odín frunciendo el ceño, con igual molestia en su tono—. Solo quiero tener un medio seguro para que no ayudes a nuestros enemigos, ni menos a tu viejo amigo de pelea, Fenrir.

—Siglos atrás, le hice una promesa a Fenrir de que el vengar a todas las criaturas inocentes de este Panteón, se lo dejaría en sus garras —decía Rudra cruzándose de brazos y dando unos cuantos pasos al frente, mientras centraba su mirada cruel en el Rey de Asgard—. Sé que tú Odín me tienes miedo, sobretodo ahora que le partí el culo a ese sobrevalorado dios cachorro de las basuras llamado Zeus. Por eso entiendo que quieras evitar que me acerque a tu estúpido reino, o ayude a los gigantes en terminar derrotarte. Pero no te preocupes; no voy a dejarte peor de lo que te dejo el chico-ángel, al menos no en esta época. Así que puedes respirar tranquilo por ahora.

—¿De qué estás hablando? ¡¿Cómo que "al menos no en esta época"?! ¡¡Rudra!! —decía Odín entrando en cólera y estrés al no comprender esas palabras, que tenían toda la sensación de amenaza. Sin embargo el Dios de las Bestias solo sonrío divertido y le ignoro dándole la espalda.

—¡Mi padre te está hablando monstruo inmundo! —exclamó Thor sintiéndose ofendido e indignado de que su padre se le fuese dado la espalda, por lo que en un acto de furia arrojó su martillo Mjolnir contra quien se atrevió a ofenderlo.

De golpe ocurrió una poderosa onda de viento que agitó todo el área; una vez más el terror invadió a todos los dioses nórdicos al ver que no solo Thor había cometido la idiotez de atacar al Dios de las Bestias, sino también que éste último, sin siquiera mirar, levantó el brazo derecho y detuvo el Mjolnir con la filosa uña de su dedo índice.

—Cachorro malcriado, deberías aprender a controlar tus berrinches y dejar de aplastar con tu estúpida herramienta todo lo que te moleste. Algún día eso te cobrara caro; lo sé —dijo Rudra, mirando de reojo al Dios Nórdico del Rayo con una sonrisa dientuda, para luego golpear el martillo con el dedo medio de su mano derecha, haciendo que el Mjolnir retornara las manos de su portador—. Ahora que ya terminamos el debate, será mejor que todos regresen a sus hogares.

Luego de eso todos iniciaron los preparativos para regresar a sus respectivas tierras y reinos. Shiva se dirigió a hablar con los ejércitos que acompañaban a Rudra para explicarles con detalle lo que pasaría ahora. Heimdall le comunicaba lo mismo a sus propios guerreros. Y Freyja se encargaba de explicarle lo sucedido a sus Principales Valquirias, Brynhildr y Prour, quienes habían recobrado el conocimiento y llegaron al lugar poco después de que Shiva retrocediera el tiempo.

Immortalem: Inicio del Nuevo MitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora