Capítulo XXIV: Diosas vs Valquirias (I)

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Luego de que Brigit, Morrigan y Wadjet visitarán el Territorio Nórdico, y estuvieran cerca de llegar a la puerta que las llevaría al árbol Yggdrasil, para así ir al Helheim, donde creían que se escondía San Gabriel, fueron sorprendidas por un inesperado encuentro con las valquirias, sumado al descubrimiento de un "secreto familiar" entre dioses celtas y nórdicos, del que no estaba enterada la diosa egipcia. 

—¡¿Morrigan es hija de Tyr?! —exclamó Wadjet, aun confundida de la reciente revelación—. ¡Pero que yo recuerde el Panteón Nórdico no tiene ningún Acuerdo de Paz con el Panteón Celta!

—No lo tiene, porque mis padres no estaban casados. Y aun cuando nací sus familias no aprobaron esa relación —dijo Morrigan cruzándose de brazos y desviando la mirada—. Antes de que mi madre se convirtiera en la líder matriarca de la Casa Morrigna, fue comprometida por sus padres con un joven dios guerrero llamado Delbáeth, último miembro de su familia. Como es de suponerse, fue un matrimonio arreglado, primero para intentar asegurar el legado de ambas familias, y segundo para establecer una alianza entre tribus y Casas. Y por eso, ninguno de los dos amo al otro, ni siquiera meses después de casarse.

»A pesar de que estaban casados, mi madre y Delbáeth pasaban la mayor parte del tiempo separados, dirigiendo sus propias tribus. En ese transcurso de tiempo, Delbáeth visitaba en secreto a una granjera humana de su tribu, que era viuda desde hace dos años y madre de un par de niños. Y mientras él estaba con su amante mortal, mi madre se encontraba con un dios extranjero, que vino de visita a nuestro Panteón para aprender de nuestras costumbres, con el propósito de ser lo bastante sabio, como para evitar los conflictos, detener las guerras y compartir sus conocimientos con otros; un ideal muy contrario a los de su padre. 

—¡Entonces tú y tus hermanas son hijas de Tyr! —exclamó Wadjet cada vez sorprendiendose más de una historia, de la que no espero que perteneciera a la misma reina fantasma.

—En realidad solo yo; mis hermanas son hijas de Delbáeth —explicó Morrigan, para nada feliz de estar contando aquello, y por eso se abstuvo de seguir.

—Pero como es obvio, esa aventura no pasó por alto en Asgard —agregó Freyja sonriendo, pero con molestia—. Tyr pudo haberse escondido de los atentos ojos de su padre. Pero no pudo esconderse de la vista aguda de su hermano menor, Heimdall. Él vio con detalle, el día en que esa diosa celta vino al Territorio Nórdico, junto a su querida hija, de nombre Anann, para que ella conociera a su verdadero padre. No fue necesario que el mismo Tyr la reconociera como su hija: el que las runas de la Puerta a Yggdrasil se hayan activado con la sola presencia de esa niña, fue la prueba definitiva de que pertenecía al linaje de la realeza asgardiana. 

—¡A ver, a ver, a ver un minuto! Si Morrigan es hija de un dios de vuestro Panteón y de una diosa del Panteón Celta, ¿por que no sellaron eso como un Acuerdo de Paz? ¿O siquiera la mencionan en vuestras Crónicas? —le pregunto Wadjet a Freyja, todavía no entendiendo del todo la situación y aún impactada por la revelación—. Por lo que sé, la madre de Morrigan anuló el matrimonio muchos años antes de morir en la guerra contra los demonios Fomorianos. ¡Incluso esa ruptura fue la que inicio los problemas entre su tribu con la de Brigit! ¡Ella estaba libre para casarse con Tyr!

—Cómo se nota que este drama tan vergonzoso, quedo bien sepultado en la historia mortal e inmortal —dijo Freyja cerrando los ojos y moviendo un poco la cabeza a los lados—. Primero que nada, Tyr ya estaba casado; siglos atrás fue comprometido por su padre Odín con una de mis ex-guerreras. Y por si fuera poco, la noticia sobre la hija de Tyr causó el escándalo más grande que hubo en Asgard, desde que un gigante le robo el martillo a Thor. Pero nada se comparaba a lo furioso que estaba Odín, al saber que su hijo más alabado, respetado y querido por todos, se metió con una diosa extranjera, que además de estar también casada, era hechicera de un vulgar culto de nigromantes. 

Immortalem: Inicio del Nuevo MitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora