Epílogo: Inicio del Nuevo Mito

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Tras una larga y tranquila noche de sueño Israel se levantó temprano; desde la cama contemplo por la ventana y la puerta la maravillosa luz dorada del sol, anunciando un nuevo día. No tuvo tantos problemas para no volver a cerrar los ojos y seguir durmiendo, ya que él estaba acostumbrado a pararse cada mañana para entrenar y meditar junto a su padre. Además mientras más temprano mejor podría preparar todo para continuar el viaje con su prima diablesa.

—Naamah despierta; ya es hora de levantarse —dijo Israel con suavidad en su tono, mientras levantaba la cabeza de la almohada y veía a su prima diablesa.

No obstante Naamah solo gruño con molestia y se acurrucó aún más para seguir durmiendo, igual que una adolescente malhumorada y cansada que no quiere ir al colegio. No parecía tener ánimos o energías suficientes para despegarse de la cama, a pesar de que en total habían dormido casi nueve horas terrestres. Por ello Israel le movió el hombro con delicadeza e intento otra vez hablarle.

—Por favor despiértate Naamah. Ya hemos dormido suficiente y tenemos que prepararnos para seguir nuestro viaje —dijo Israel con un tono un poco más fuerte, pero otra vez fue inútil.

Tras esos dos intentos fallidos, Israel dio un suspiro molesto y se golpeó la frente con la mano derecha en señal de frustración e incomodidad. Pero luego se le ocurre una idea para hacer que ella se levantara de la cama.

—¡Es hora del desayuno! —grito Israel con ánimo festivo.

Tan pronto como se oyó la palabra "desayuno", la diablesa levantó el torso de la cama en menos de un segundo, y ahora estando sentada miro a los lados igual que una joven emocionada por recibir un regalo en su cumpleaños.

—¡¿Desayuno?! ¡¿Ya vamos a comer?! —decía Naamah emocionada y feliz de un modo tan infantil que sus ojos brillaban de felicidad.

—Todavía no. En realidad solo lo dije para que te levantaras de una vez. Perdóname ¡Je, je! —dijo Israel con total sinceridad y de modo casual, para después levantar el torso de la cama, cerrar los ojos y reír con pena.

Luego de saber eso, la expresión de Naamah cambio de una radiante y feliz, a una amargada y seria. Entonces ella agarro una almohada y con la misma golpeo a Israel en la cara. Pero como es obvio el golpe no le hizo nada a él, aunque la almohada acabó rompiéndose cuando impactó con su rostro y las plumas blancas que contenía saltaron por los aires.

—Comparado con tus anteriores arrebatos, no fue tan malo —dijo Israel abriendo los ojos, sonriendo de modo penoso y apartando con una mano las plumas que caían frente a sus ojos.

—Si quieres podría hacerlo mucho peor que esas veces anteriores —dijo Naamah esbozando una dientuda sonrisa amenazante.

—No, mejor no.

—Descuida; ganas no me faltan para darte un pequeño castigo —dijo Naamah a la vez que se crujía los dedos.

—¿Y qué tal si te digo que de desayuno preparare lo que más te gusta? —pregunto Israel casi como alguien que ofrece algo a cambio de vivir.

—Mnnn... Esta bien. Pero para estar segura, ¿Qué tipo de comida vas a preparar? —dijo Naamah, cruzándose de brazos y haciendo un gesto pensativo.

—Para empezar será un guisado de medusa atmosférica, junto con cabezas de atún y ojos de cabra en pan redondo con salsa rosa. De bebida te daré vino dulce de uva celestial. Y de postre tu favorito: alas y patas de cocatriz cocinadas en horno y bañadas en salsa picante —decía Israel mientras enumeraba cada receta con los dedos de su mano derecha—. Después de tantas veces que me decías lo que más te apetecía comer, he aprendido sobre lo que más te gusta, como lo picante y la carne de cocatriz, o en su defecto de gallina y lagarto. Así que idee varias recetas con esos ingredientes principales.

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