C. 60: Para siempre
El sol resplandece con todas sus fuerzas en el cálido Buenos Aires. Cuatro amigos treintañeros, reunidos todos en la casa de la pareja casada, mientras que la otra pareja aún permanece en sus etapas del joven noviazgo, justo como hace 8 años.-Entonces, ¿retrasamos el viaje a Los Cabos hasta la siguiente semana? Giulia pasará el fin de semana con sus amigas hasta entonces, y mientras tanto no podemos dejarla sola.
-Oh, perdona, pero la próxima semana viajaremos a Madrid a visitar a la madre de Diego.
-¿De nuevo? Vaya, que ser una pareja de exitosos músicos les permite viajar mucho. Y uno por aquí esperando todo el año las vacaciones de verano para tomarse un respiro.-añade la italiana.
-Vamos, Fran, sé que podés retrasar el viaje otra semana.-le dice su amiga con una amplia sonrisa.
-Me debes mucho por esto ¿sabés?-bromea Francesca, dirigiéndole una amplia sonrisa a su amiga.
-¡Mamá!-una bella niña con el cabello oscuro y larguísimo aparece desde una puerta blanca que separa la sala de estar del pasillo a las habitaciones.
-Giulia, cariño, ¿qué pasa?-responde la mujer, abrazando a su hija.
-¿Puedo ir a jugar ya al patio?-pregunta ésta, con una mirada dulce y persuasiva.
-Bien, pero no tardes demasiado, que el sol está muy fuerte y puede dañarte la piel...-Francesca toma la mano de Giulia y se la da al hombre que está sentado junto a ella-Y antes dale un abrazo a papá.
Marco abraza a la pequeña, la cual enseguida sale corriendo hacia el patio trasero.
-Cada vez está más linda.-sonríe Violetta, mirando con ilusión a la hija de su querida mejor amiga jugar en el patio.
-Lo sé, es hermosa. Es el tesoro más preciado que pudimos tener en la vida.-responde Fran, tomando la mano de su esposo y mirándolo a los ojos.
-El tesoro más preciado...-murmura Violetta, bajando la mirada.
-Mi amor, ¿qué te pasa?-interroga Diego ante el comportamiento de su novia.
-Lo siento, necesito un poco de aire fresco.
Violetta se levanta inmediatamente de la silla en la que estaba sentada, y sale con prisa hacia la puerta de cristal que dirige al jardín.
-¿Qué le pasa?-cuestiona Marco, preocupado.
-No sé.-contesta su amada, y volviéndose a Diego pregunta:-Diego, ¿sabés algo?
-Creo que lo sé...-replica el español, cubriéndose la cara con las manos con angustia.
-Oh, espera, ¿acaso es por el tema de...
-Sí. Así es.
***
Diego corría frenéticamente, tenía que alejarse de aquel borracho, tenía que alejarse de aquel departamento, y de alguna manera, también tenía que alejarse de Violetta.
Corrió, hacia lo inimaginable. Corrió hacia lo inalcanzable. Corrió hasta poder escapar lo suficiente de todo lo que lo lastimaba. Se odiaba a sí mismo, se odiaba en verdad.
No podía estar lejos de Violetta, ni tampoco podía estar con Violetta. Quizás, su destino jamás incluyó a Violetta en su vida, pero él lo había forzado todo que terminó arruinándolo. Término arruinándose.Y cuando justo comenzó a llover, Diego se dejó llevar. Había acumulado tantas emociones en su interior, que al sentir las primeras gotas rozar su piel, dejó que todas esas emociones salieran a flote.