CAPÍTULO 23. No Poder Evitar

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Ya han pasado tres días desde que salí del hospital, y, bueno, tal vez sean imaginaciones mías, pero Willy parece como más ... distante. Sé que él me dijo que empezaría a trabajar con él como psicóloga en la fábrica, pero, desde ese día no hemos vuelto a hablar.

Mi padre vino a verme ayer y le dije lo que empezaba a notar en Willy. Su respuesta no me convenció mucho. Solo me dijo que le diera tiempo, que quizá con todo lo que ha pasado, le haya afectado, y que ahora necesita estar un poco con sí mismo. Hecho mucho de menos estar entre los brazos de Willy, escuchar su risita burlona y su tono infantil, tan característico en él. Pero, desde ayer no lo he visto. Me dijo que necesitaba concentrarse en un nuevo proyecto, en un nuevo invento, y que tenía que estar solo. Charlie tampoco me cuenta mucho sobre ese misterioso proyecto. Ambos están en ello, pero el pequeño ángel solo me dijo que lo esperara, que Willy volvería a mi lado, con una gran sorpresa.

Sin embargo, siento mi cuerpo aún frío, y con toses constantes. Llame al hospital para pedir cita para que me chequearan, y la tengo para mañana mismo. Ojalá Willy quisiera acompañarme.

Sinceramente me siento muy sola sin él, incluso abandonada. Ni siquiera hemos hablado de la boda, ni de dónde ni cómo sería. Absolutamente nada. Rezo a Dios para que su ausencia no presagie nuestro fin de relación, sería mi muerte si llegara a separarme de él. Amo a Willy más que a mi propia vida, y sé que él a mi también, pero tanto silencio me hace qué pensar.

Esta mañana la he aprovechado para ponerme a estudiar el temario del master y comenzar a redactar mi trabajo del master, de los dos más bien.

Cuando recién comienzo a guardar mis libros y apuntes, escucho un portazo desde la habitación de Willy. Sin pensármelo dos veces, me levanto y me dirijo hacia su habitación, para saber de Willy. Cuando llego a su puerta, llamo, y espero varios segundos. No hay respuesta. Llamo otra vez.

- Por favor, dejadme solo. Ya os he dicho que necesito estar solo. Por favor, marchaos. – Dice Willy tras la puerta en tono enfadado y frío. Agacho la mirada, ¿qué habrá pasado?

- ... Willy, soy yo, Natalia. Por favor, sea lo que sea ... podemos arreglarlo. – Mi voz se quiebra tras pronunciar palabra por palabra. Toda esta situación me hace daño. Willy tiene que entender que, sin él, no sé qué hacer. Pero Willy no me responde. – Willy, sea lo que sea, sabes que estoy aquí. Estaré en mi habitación si necesitas hablar. Te amo mucho, mucho, Willy. – Comienzo a llorar, en mi garganta mi voz se bloquea por el nudo de preocupación que me invade por todo mi cuerpo. – Te hecho mucho de menos, Willy. Por favor, háblame. ¿Qué he hecho para que te ausentes de mi lado, amor? – En ese momento la puerta se abre en el acto, dejando ver a un Willy roto en lágrimas y dolor.

- ¿Sabes lo que me pasa? ¿Quieres saberlo? – Asiento automáticamente. – Que no puedo más, mi amor. No puedo ... - Willy se arrodilla ante mi y me abraza por la cintura, rodeándome con sus brazos, apoyando su cabeza en mi abdomen. – No puedo evitar recordar que te encontré ese día, tirada en el suelo de esa cámara frigorífica, completamente inmóvil, congelada y llena de escarcha. No puedo evitar recordar que durante el tiempo que has estado en coma, mi amor. No puedo evitar sentir que te he fallado, que te he lastimado, que te he abandonado. No puedo evitar pensar que, tal vez, sin mi estarías mejor. Sin más peligros por recorrer que el futuro de tu carrera profesional de psicóloga. – Levanta la cabeza, mirándome, con los ojos rojos e hinchados de tanto llorar. – Pero, tampoco puedo evitar, que, si llegase a dejarte ir de mi lado, yo sería capaz de matarme, si te pierdo. Mi amor, si tu no estás a mi lado, yo no quiero seguir viviendo. No quiero una vida en la que tu no estás. ¿Para qué vivir sin ti, si tu lo eres todo para mi, mi amor?

- Pero, estoy aquí, Willy. Sigo viva y es gracias a ti, que me sacaste de esa cámara, mi amor. – En ese momento, me viene otro escalofrío. Aún no me he repuesto de la hipotermia. Willy parece percatarse de mi frío, por lo que se levanta en el acto, se quita su gabardina roja y me la pone sobre los hombros, atrayéndome a sus brazos para comenzar a sentir su calor. Ese calor que he anhelado durante estos días.

- Deberías de irte a la cama, a descansar. – Besa mi frente, pero yo me aferro más a él.

- No, quiero quedarme un poco más contigo. Te he echado mucho de menos. – Willy me abraza más fuerte, entrándome a su habitación. Cierra la puerta tras de sí, y, soltándome un poco, me coge entre sus brazos y me lleva a su cama. Me echa sobre ella con delicadeza y pega sus labios con los míos. ¡Dios! No recordaba que sus labios supieran tan bien.

- Ahora, espera aquí. Te prepararé un baño con agua caliente y sales de baño de lavanda. Te ayudarán a descansar. Mañana iré contigo al hospital. – Vuelve a besarme por última vez antes de entrar al baño. ¿Cómo supo lo de la cita de mañana en el hospital? – Recibí un mensaje en mi móvil, era un mensaje de citación. Venía a tu nombre, por lo que pensé que tal vez, habrías llamado para reservar cita, por que no te encontrabas bien. – Se asoma por la puerta, inclinando la cabeza y, con mirada triste y enamorada a la vez, me sorprende de nuevo sus palabras. – Sé que no he estado atento estos días de tu estado, amor mío, pero eso cambiará. Pienso convertirte en la señora Wonka y en la mujer más feliz del mundo. – Vuelve a meterse en el baño. Muestro una sonrisa triunfante. La futura señora Wonka. ¿Quién me lo iba a decir? No ha pasado ni un año desde que lo vi por primera vez, y ya estamos comprometidos.

Cuando Willy sale del baño, lo hace completamente desnudo, con su miembro al aire y completamente erecto. Siento que me sonrojo al verlo así, de ... potente. Willy me sonríe y me mira con ojos llenos de excitación y lujuria. Se acerca a mí, sin dejar de mirarme ni de sonreírme, hasta que, se inclina hacia mí, rozando la punta de su nariz sobre mi cuello, e inhalando profundamente el olor de mi piel. No puedo evitar soltar un suspiro de anticipación.

- Eres lo mejor que me ha pasado en la vida, mi amor. No dejo de agradecerle a Dios y a la vida que te hayan traído hasta mí. – Dice en tono ronco. Comienza a besar mi cuello y, cuando llega a mis labios, me invade con un profundo beso mientras me coge entre sus brazos y me entra al baño, donde me deja dentro de la bañera. Rompe nuestro beso, se mete en la bañera conmigo, y volvemos a besarnos. Sus manos acarician toda mi piel, sin dejar zona sin acariciar. Me abrazo a su cuello para profundizar más nuestro beso. Abrazo con mis piernas su cintura, pegándolo más a mi. No hay distancia entre nosotros. El agua caliente me moja al igual que sus besos ardientes que comienzan a bajar desde mi cuello hasta el centro de mi pecho, donde Willy comienza a lamer mis senos. Me arqueo ante su sensual boca que devora mis pechos. – Te amo, Natalia. Te amo. – Dice en un susurro cuando comienza a cambiar de seno. Una de sus manos comienza a rozar mi entrada, con sus dedos ardientes, hasta que llega a mi zona, donde masajea mis labios inferiores.

- Yo también te amo, Willy. Mucho. – Me arqueo más cuando comienzo a sentir que mi amado chocolatero mete un dedo dentro de mi vagina, y, una vez dentro, dibuja círculos en mi interior. Deja mis senos y sube de nuevo a mi boca, donde comienza a devorarla, a la vez que introduce un nuevo dedo. Comienza a meter y sacar los dedos dentro de mi, primero despacio, con el tiempo, más rápido.

- Siento mucho haberte dejado tan sola estos días, mi amor. Necesitaba estar solo. Pero estoy contigo, ya. Mi amor. Estaré siempre a tu lado. – Dice en tono ronco a la vez que vuelve a besar mi cuello, dándome suaves mordiscos, que acentúan más mi excitación. Sin avisar, Willy se inclina un poco y comienza a meter su miembro dentro de mi. Me penetra duro, hasta llegar al fondo. Tras varios minutos de silencio, abrazados, Willy comienza a embestirme fuerte y rudamente. Gemimos, gritamos nuestros nombres. Clavo mis uñas sobre su espalda, lo que a él parece excitarle más. Aumenta la velocidad de sus embestidas. Con las embestidas y nuestros movimientos, el agua de la bañera salpica fuera, dejando el suelo del baño completamente mojado, como nuestros cuerpos, empapados de sudor y de agua. Embestida tras embestida, nos venimos los dos dentro de mi, siento que Willy me llena de su semen. Es una agradable sensación. – No me importa si te he dejado embarazada, mi amor. No voy a usar más condones. Lo haremos así, sin nada. Si Dios quiere que tengamos hijos, así será mi amor. – Dice Willy jadeando, cansado. Lo abrazo a mi, acurrucándolo entre mis brazos.

- Estaría mal visto si lo tenemos fuera del matrimonio mi amor. – Willy besa mi pecho y me vuelve a abrazar.

- No te preocupes, pues el sábado tienes cita con mi diseñador Oompa Loompa. Él te hará el vestido de novia mi amor. Nos casaremos a final de mes. Tu padre y el mío se encargarán del menú. La familia Bucket de la decoración de la iglesia y del banquete. Todo saldrá perfecto. – Willy levanta su mirada hacia mi, y me sonríe. – Tan perfecto como la sensación de contemplarte, mi amor. – Nos besamos de nuevo, antes de comenzar a bañarnos entre nosotros. Es maravilloso volver a sentirme mujer entre sus brazos, es magia lo que me hace sentir cada vez que lo hacemos. Sé que nuestra boda será maravillosa, tan maravillosa como la vida que me espera a su lado. 

Natalia y la Fábrica de ChocolateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora