CAPÍTULO 26. Secretos Escondidos

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Pasaron varios días tras aquella maravillosa cena. Willy, Charlie y yo trabajamos codo con codo en varios proyectos; aunque, sinceramente, y con lo de mis Máster y mis consultas psicológicas a los trabajadores, no estoy tan involucrada en todos los proyectos que tienen entre manos. Pero me hace feliz sentirme parte del equipo, en cierta manera.

Hoy tengo de nuevo prueba del vestido de novia, el cual está quedando realmente hermoso, en todos los aspectos.

Me miro en el espejo del vestidor y, vestida de blanco, me dejo llevar por mis pensamientos. ¿Realmente voy a casarme con el famoso chocolatero?

Es todo tan ... irónico. Ni siquiera todavía me puedo creer que ganara aquel billete dorado, y, menos ahora, que estoy a ... ¡¡¿¿solo dos días de la boda??!!

Me pongo una mano en el pecho para calmar mis nervios y mi impresión. No puedo evitar soltar una risita entre nerviosa y feliz. Dentro de dos días seré la esposa del gran chocolatero. ¡Es un sueño!

Después de darle los últimos repasos al vestido y, finalmente, dejarlo terminado y listo, recojo mis cosas y me dispongo a irme a la universidad, a mis clases de master.

Cuando voy por el pasillo principal de la fábrica, en un lado, escucho la voz de Willy, realmente muy nervioso.

Me acerco sigilosamente y pego la oreja en la pared cris neutro. Y escucho la conversación que tiene mi amado con su padre.

- Hijo, sé que te resulta casi imposible, pero tienes que calmarte. – Dice el padre de Willy, con tono cómico.

- Pero, Papá, ¿acaso te has parado a pensar en lo que me estás pidiendo? – Willy se está desesperando y enfadando. – No puedo calmarme. Dentro de dos días me voy a casar con la mujer que siempre he esperado y soñado. Voy a casarme con un ángel

- Sabes, yo también estaba nervioso cuando me iba a casar con tu madre. Pero ten cuidado con Ruthy, a ella le dieron el alta psiquiátrica. – Me sangre se hiela en ese momento.

- No será problema. Estoy asegurando todas las zonas de la fábrica y de la iglesia. Todo está controlado, papá. No voy a cometer ningún error. Su familia llegará esta noche, será más protección para ella. – La voz de Willy no suena tan convincente como sus palabras.

- Espero que así sea hijo, esa mujer ha obrado en ti un milagro. Ahora he de irme. – Escucho que se despiden y rápidamente me retiro de la pared y prendo de nuevo mi camino a la universidad. Es en ese entonces cuando, en la puerta de rejas veo a Ruth, dentro de la fábrica. Con cara pálida, ojerosa, ojos hinchados y con una carta en la mano. Parece inofensiva. Aun así, me acerco lentamente a ella, con cautela.

- Hola, Ruth. ¿Cómo estás? – Digo en tono tranquilo y sereno. No quiero que me vea como su enemiga, con en el estado en el que veo que está. Su mirada está perdida en el horizonte. Pero, tras mis palabras, sus ojos se enfocan en mi. Trago saliva.

- He venido a hablar con Willy. – Dice en tono ensimismado.

- Willy está dentro, ocupado. Pero él pregunta mucho por ti. – Miento. Tengo que evitar cualquier roce. En ese momento, Ruth saca una pistola y me apunta.

- Dile que me deje hablar con él, en privado. Por favor. – Asiento y cojo el móvil.

- Voy a llamarlo y le diré que quieres hablar con él, ¿vale? – Ruth solo se limita a asentir. Envio un mensaje a Willy, quien no tarda ni dos minutos en aparecer tras de mi.

- Esta bien, Natalia, ve a tus clases, yo me ocupo de Ruth, ¿sí? – Me guiña el ojo disimuladamente. Asiento y me marcho a la facultad. Cuando estoy en la puerta giro la cabeza y veo que Willy se acerca a Ruth y la abraza. Mi corazón se rompe tras presenciar esta escena. ¿Será capaz Ruth de arrebatarme a Willy? ¿Willy me estará engañando con ella y por eso ella está aquí?

Natalia y la Fábrica de ChocolateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora