CAPÍTULO 41. Sorpresa Turca

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Ya ha pasado solo una semana desde que nuestra querida abuela Georgina se fue al cielo, a descansar bajo el amparo de Dios, en su gloria, mientras que nosotros seguimos rotos por su adiós.

Ayer tuvimos una cena en casa de los Bucket en la que vino también mi familia. Estuvo agradable, estuvo bien. Sin embargo, dentro de nosotros mismos no pudimos evitar entristecernos, la abuela Georgina era nuestro sol. Y ahora, ¿qué?

No puedo olvidar que fue ella la que primero me dijo que estaba embarazada de mi pequeño William. Es tan triste no volver a verla cada mañana, en el desayuno, sonriente y feliz, deseándome un buen día de trabajo, cuando tenía el día completo de consultas. 

-       ¿Pensando en la abuela Georgina, mi amor? – Willy me saca de mis pensamientos con su pregunta que me sobresalta, no me esperaba que entrara tan sigiloso en el vestidor

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- ¿Pensando en la abuela Georgina, mi amor? – Willy me saca de mis pensamientos con su pregunta que me sobresalta, no me esperaba que entrara tan sigiloso en el vestidor.

- Lo siento, no ... no puedo dejar de decirme a mí misma que se ha ido, que ya está descansando en paz.

En ese momento siento como Willy me abraza por detrás, colocando suavemente su barbilla sobre mi hombro izquierdo, respirando profundamente. Nos quedamos unos minutos así, en silencio, abrazados.

- Yo también la echo de menos, mi amor. Mucho. Pero la vida sigue. Ella estaría feliz de vernos felices, viviendo como a ella le gustaría.

- Lo sé, pero es duro así, sin ella ... - Willy me coge de la cintura y me gira sobre mis talones, quedándonos frente a frente.

- Mi amor. Juntos, como familia, superaremos su pérdida. Además, te tengo una nueva noticia que seguro te alegrará. He decidido inventar un caramelo con sabor a cacahuete. En honor de nuestra querida Georgina. ¿Qué te parece?

Su idea me encanta en verdad, sería un hermoso recuerdo, un hermoso detalle. Asiento sonriente. Lo mejor en estos momentos es refugiarnos en familia, unidos. Además, tengo a mi querido hijo que crece día a día. La gente dice que se parece a mi, pero yo digo todo lo contrario, pues tiene todos los rasgos de mi amado esposo Willy Wonka.

- ¿Ves, amor? Así es como más bella estás. Sonriente y feliz. – Me besa en la frente y coge una tarjeta de su bolsillo de la gabardina. La lee para si mismo y la vuelve a guardar. – Era un recordatorio mi amor. Esta noche cenaremos juntos. He de preguntarte una cosa, muy personal, que nos concierne. Solo será si tu realmente quieres y puedes, mi amor. – Asiento, ansiosa por saber lo que me quiere preguntar. En cierta forma me encanta cuando mi Willy se pone en este modo tan misterioso. – Pues entonces te dejo a que te prepares mi amor. Yo he de preparar unas cosas para el nuevo diseño del nuevo caramelo. – Me besa en la mejilla y se marcha, feliz, silbando y tarareando una canción alegre. Se parece a un niño con cuerpo de hombre, lo amo.

Es entonces cuando miro la hora para comprobar el tiempo que me queda hasta nuestra cena. Esta noche se quedarán los Oompa Loompas a cargo de mi hijo. Son muy agradables con los niños. Saben tratar bien a mi pequeño tesoro.

Natalia y la Fábrica de ChocolateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora