A la mañana siguiente, me levanto con un fuerte dolor de cabeza. Es extraño y curioso a la vez. Anoche no he tenido ningún sueño raro, no he soñado con Willy Wonka. Sin embargo, no puedo evitar sentirme vacía por dentro, como si algo de mi necesitará algo, como si necesitaran a Willy de nuevo a mi lado.
Entro en el baño y me echo agua en la cara, para despejarme. Es mi segundo día de clases en mi último semestre de mi carrera y no quiero echarlo todo a perder, ahora no.
Cuando me seco con la toalla, al mirarme en el espejo, nuevamente, tengo la impresión de ver a Willy en el espejo, tristemente sonriéndome. Me echo instintivamente hacia atrás, pegando mi espalda a la pared del baño.
- Willy, ¿por qué? – susurro con un hilo de voz melancólico. Me pongo las manos sobre la cabeza, mientras que mis lágrimas comienzan a salir. Tengo la impresión de volverme loca, si esto sigue así, mi sentido de la realidad y mi razón se romperán.
- Te amo ... Natalia – escucho la voz susurrándome detrás de mí. Giro bruscamente hacia atrás, encontrándome sola en el cuarto de baño, mirando como una boba a la pared.
- Pero ... ¿qué me está pasando? – digo en voz baja, bajando la mirada al suelo.
No sé qué me estará pasando, pero sé que esto no tiene nada de normal. Solo hay una persona que me puede ayudar y aconsejar; y esa persona es mi padre.
El es psiquiatra jubilado. Sé que él me puede aconsejar ahora, antes de que pierda totalmente la cabeza. Así que salgo del baño y me voy al salón, donde abro mi bolso y saco el móvil. Busco en mi lista de contactos a mi padre, pero antes de lograr pulsar el botón de llamar, recibo la llamada inesperada de ... ese misterioso número. Sin dudar, lo cojo.
- ¿Hola? – digo con voz temblorosa. En la otra línea no se escucha ningún ruido extraño, solo un silencio y una respiración agitada e irregular.
- ¿Hola? - Digo nuevamente al no encontrar respuesta.
- Natalia ... - susurra una voz familiar al otro lado y cuelgan. Su susurro se escuchaba desesperado, agonizante. Su tono de voz me resultaba de lo más familiar ... ¿Será Willy? Niego con la cabeza. Es imposible. Willy no ha podido perdonarse así, tan rápido. No sabiendo todo su trauma que tenía en su mente la última vez que lo vi.
Tras varios minutos pensando en devolverle la llamada a esta misteriosa persona, decido llamar a mi padre. Sé que él me puede ayudar en casos como estos.
- Hola, hija. ¿Qué tal? – escucho a mi padre en la otra línea, feliz.
- Hola, papá ... necesito que me ayudes. – digo directamente y sin rodeos. Es mejor soltarlo todo antes de que la tormenta sea más grande.
- ¿Qué ocurre, cariño? – la voz de mi padre suena muy preocupada, así que le cuento lo que me está ocurriendo desde ayer, desde que, sin saber por qué, comencé a ver a Willy en todas partes. – Ya veo ... - Se calla mi padre de golpe, pero sin parecer nada sorprendido.
- ¿Qué me está pasando, papá? ¿Me voy a volver loca? – esta situación se me está yendo de las manos, lo sé. No sé qué hacer para dejar de ver a Willy.
- No estoy seguro. En estos casos, normalmente, son producidos por un deseo oculto en la mente, un deseo o una necesidad que quiere saciar tu mente. ¿No has tenido noticias de Willy?
- No ... - guardo unos momentos de silencio, pensando si la voz de la anterior llamada es la de Willy, pero se lo digo a mi padre, tal vez con su experiencia, me aconseje que hacer, si le oculto la verdad, no me estaré ni ayudando a mi misma.
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Natalia y la Fábrica de Chocolate
Roman d'amourMisteriosamente, el famoso chocolatero lanza un sexto billete dorado a una semana antes del gran día. Nadie se lo espera y se vuelven más locos por encontrarlo. Este billete es encontrado por Natalia De La Rosa, una excelente estudiante de último añ...