LIMERENCIA

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Se estiró perezosamente sacando sus pies del pequeño espacio acolchado que lo había acogido durante la noche. Un gruñido frustrado escapó de entre sus labios al sentir como el único rayo de sol que había logrado traspasar las roídas cortinas impactaba de lleno sobre su rostro. Los huesos de su entumecido cuello crujieron debido a la incómoda posición en la que había dormido y soltó otro bufido incontenido al sentir el vacío en su pecho.

Un leve ronroneo sobre su pecho lo hizo abrir los ojos con sorpresa. No había sido un sueño. Como un gatito agazapado a su dueño, Louis permanecía aún con los ojos cerrados mecido por los brazos de Morfeo sobre su pecho. De vez en cuando, frotada la nariz contra su pecho descubierto como si de forma inconsciente quisiera comprobar que aún Harry seguía ahí, a su lado.

Un pequeño suspiro cargado de mariposas escapó de los labios de Harry. Mentiría si dijera que nunca se había encontrado en aquella situación, pero jamás había sentido la necesidad de proteger a nadie como su instinto le empujaba a hacer con el pequeño omega de ojos azules.

"¿Qué me estás haciendo criaturita?" Murmuró hundiendo las yemas de sus dedos entre la espesa cabellera de Louis, observando como este suspiraba complacido ante sus caricias.

Con sumo cuidado de no despertarlo, comenzó a trazar la curva de su pequeña nariz para luego repetir el proceso por sus labios. Jamás había visto a un omega tan bonito, parecía irreal que alguien pudiera ser tan perfecto. Louis era un ángel.

"¿Puedes abrazarme?"

Su dedo frenó en seco sobre sus labios, olvidando por unos segundos incluso la capacidad de hablar. Las pestaña de Louis aún caían recelosas sobre sus pómulos y sus labios se presionaban tensos esperando una respuesta que Harry se veía incapaz de darle.

"Por favor" musitó con la voz aún pastosa. Volvió a frotar su nariz sobre su pálido pecho.

Su respiración caliente sobre aquella zona tan erógena le habría sacado un ronco gemido de no haber sido porque hábilmente mordió su labio inferior impidiendose a si mismo emitir cualquier sonido. Si Louis no era consciente de lo que hacía, era una jodida criaturita demasiado caliente.

"Pequeña criaturita aprovechada"

Enseguida Harry lo envolvió entre sus brazos, alzándolo un poco por las caderas para acomodarlo sobre él de manera que ambos pudieran descasar sus cabezas sobre el cuello del otro. Podría acostumbrarse a despertar todos los días de su vida con un dulce Louis adormilado, inundándolo con su fragancia y rozando su pequeña nariz contra su piel desnuda en busca de atención. Se permitió dejar que el olor de Louis inundara todo su cuerpo; que el poder que tenía sobre él lo drogara como el afrodisiaco que era, antes de hacer su cabeza a un lado controlando todos sus impulsos. No quería asustarlo.

No estuvo seguro de cuándo sus ojos se cerraron de nuevo o cuándo Louis dejó de estar sobre él, pero para cuándo despertó un frío en su pecho le indicaba que hacía ya algún tiempo que dormía solo. Aún desorientado se incorporó haciendo crujir los muelles del anticuado sofá que a duras penas hacía la función de cama y observó a su alrededor.

Sus hombros cayeron derrotados cuándo el dulce olor a jazmín inundaron sus fosas nasales. De espaldas a él Louis tarareaba una canción mientras removía una extraña mezcla blanquecina con ayuda de un cucharón de madera. Sus caderas se mecían descompasadas mientras que con sus cabeza marcaba el ritmo de tal melodía. Harry tuvo que luchar con todas sus fuerzas por reprimir una carcajada ante tal dulce imagen.

"Buenos días criaturita" saludó apoyando sus antebrazos sobre el respaldo polvoriento del mullido mueble.

Louis trastabilló con sus propios pies al girar sobre si mismo, pequeñas gotas blanquecinas resbalaron entre sus dedos hasta acabar en el suelo. Visiblemente sorprendido, el omega abría y cerraba la boca buscando algo que decir.

PECADOS CAPITALESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora