AURORA

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Almizcle y tierra mojada con un leve toque de hojas de cerezo. Aquel olor se había impregnado en cada recodo de su cuerpo proclamándolo como propio. Podía sentirlo en su ropa, en su piel y cabellos, coronando día día cada centímetro de su ser y envolviéndolo en un cálido y reconfortante abrazo.

Aún podía recordar los días en que esa fragancia no fue suya; días grises y ya algo nublados por el paso del tiempo en el que la oscuridad de lo desconocido se cernía sobre ellos como las nubes en días de tormentas. Muy lejos atrás habían quedado aquellos amaneceres llenos de besos en la austera cama de paja que los había reconfortado en sus peores momentos, pero ahora el sol volvía a brillar sobre sus cabezas de la forma más bonita en la que la vida tenía la forma de anunciar un nuevo despertar.

El invierno había llegado cubriendo a todo Marmore con una gruesa capa blanca entre la que niños y mayores pasaban las tardes cuándo el frío daba una tregua; incluso Gemma había sacado sus mejores pieles y ahora pasaba los días en compañía de Niall dando largos paseos por el jardín y enseñando al beta a patinar sobre el estanque del patio de rosales que ahora decorado con pequeñas luces hacía de punto de encuentro entre los jóvenes de la zona norte.

Harry, por su parte cada día era más hombre y menos niño; su larga cabellera rizada había sido cortada y moldeada en un mucho más corto y cuidado peinado que hacía gruñir a Louis de frustración cuándo  este se escurría entre sus dedos en las noches más tórridas. El alfa había tomado su papel convirtiéndose no solo en un líder; Harry era monarca, amigo, hermano, y marido en su propia casa. Louis a veces se encontraba a si mismo divagando entre las posibilidades que su misma cabeza retorcida creaba ante la idea de aquel día Harry no hubiera aparecido con su espíritu indomable, sus corazón leal y su mirada inocente; pero siempre ahí estaba el alfa para acallar todos sus temores y devolver el brillo a sus ojos. Aquella era la única verdad, Louis pertenecía a aquel lugar del que ahora llevaba el apellido.

"¿Qué te parece?" Señaló con la barbilla hacia el frente guiando la mirada de Louis hacia un punto en concreto de la habitación.

"Que salgo muy gordo" pasó la mano por su vientre mientras observaba la pintura. Estaba totalmente seguro de que aquello era una gran exageración de su vientre.

Le tocó la piel de los costados, deslizándolas suavemente sobre la tela de la túnica azulada que vestía hasta posarlas en la parte baja de su abdomen con sus dedos presionando con suavidad, tal y como hacía desde el primer día. Louis ni siquiera se percató de como el cachorro pateaba con fuerza en su vientre respondiendo al saludo de su padre; aquel gesto parecía haberse convertido en una señal secreta entre ellos.

"Sales muy embarazado" lo corrigió Harry dejando caer su barbilla con delicadeza sobre el hombro del omega mientras sus dedos seguía jugueteando sobre la piel de su vientre "Estás precioso" susurró antes de dejar un beso en la curva de su cuello sellando sus palabras.

Louis hizo una mueca pero no dejó de observar la imagen trazada sobre el lienzo. Casi había olvidado la imagen que habían enviado a retratar meses atrás; Harry sentado sobre su trono con Louis tomando con delicadeza su hombro mientras su mano derecha reposaba cálida en la curva de su abdomen.

"Sé que soy guapo, pero los invitados nos esperan cariño y como sigamos haciéndonos derogar Gemma se beberá todo el champagne y comenzará a acusarnos de estar intentando crear otro bebé"

Louis no pudo evitar reír imaginando en su cabeza la escena; definitivamente no le sorprendería que algo parecido ocurriera.

Analizó una vez más la pintura que entre cuatro sirvientes colgaban sobre la gran pared del comedor antes de alisar sus ropajes y prepararse para escabullirse de los brazos de su marido.

PECADOS CAPITALESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora