OLVIDO

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Louis era una criatura única, de esas a las que Dios ama y el diablo las desea. Y ahí, con él completamente desnudo entre sábanas de seda, Harry se sentía el mismísimo rey del inframundo.

Delicadamente pasó la punta de su lengua por la zona enrojecida del cuello del omega, y tuvo que esforzarse en aguantar la respiración cuándo vio lo sonreír aún sumido en sueños.

"Buenos días cariño" susurró observando como Louis comenzaba a abrir los ojos con pesadumbre, intentando acostumbrarse a la claridad que ya bien entrada la mañana, invadía la habitación por completo. "Es hora de levantarse" dejó un suave beso tras su oreja antes de apartar los mechones rebeldes que caían sobre sus ojos.

Louis parecía tan delicado que casi sentía angustia de romperlo al tocarlo; era como una especie de muñeco de porcelana, con el carácter de un cachorrillo malhumorado y la eternidad del cielo en sus ojos.

Las espesas pestañas del omega se batieron antes de dedicarle la primera vista del día a Harry. Se sentía privilegiado de poder despertar cada mañana con su criaturita apoyada contra su pecho y agarrándolo de la cintura como si tuviera miedo a que se escapara durante la noche; había pasado demasiado tiempo desde la última vez que compartieron una noche juntos.

Sin apartar la mirada de sus ojos y buscando silenciosamente en su cabeza un solo motivo por el que los Dioses lo podían haber recompensado con tal ángel, delineó con su dedo índice los esculpidos labios de Louis reparando en cual enrojecidos estos lucían.

"Me encantas" susurró de forma inconsciente; como si el pequeño ojigarzo tras las sábanas no pudiese escucharlo.

El canto de los pájaros se colaba por la ventana creando un ambiente seguro en el que tan solo importaban ellos.

Harry sonrió ¿en qué momento dejó de ser él para convertirse en un nosotros? Realmente no lo sabía pero amaba como sonaba en sus labios.

"¿Qué hora es?" Preguntó el omega tironeando de las sábanas para cubrir su desnudez. No importaba las veces que Harry lo hubiera desprendido de todas sus prendas, el omega se comportaba como si fuera la primera vez y los ojos de Harry siguiesen quemando su piel; y es que en cierto sentido así era, Harry siempre lo sentía como su fuese su primera vez con Louis, aunque ya se supiera de memoria la constelación de lunares grabados a lo largo y ancho de su espalda.

"Demasiado tarde para desayunar siento decirte"

Louis frunció los labios dispuesto a hacer un berrinche, habían sido las 72 horas más agotadoras de su vida y necesitaba un más que merecido pie de limón; de esos que Maura le cocinaba solo para él y que adornaba con nata y chocolate, mucho chocolate.

"¿Cómo te encuentras?" Preguntó intentando mantener despierto al pequeño omega que ya parecía haberse vuelto a dormir.

"Bien" dijo en un leve suspirito con sus ojos aún cerrados. "Aunque debería ser yo quién pregunte eso"

Harry sonrió totalmente engatusado por la forma en la que los labios del omega se abrían en cada respiración¿podía ser más tierno? Necesitaba besarlo de nuevo.

"Creo no ser yo quién tiene unos dientes clavados en su cuello" rió el alfa volviendo a hundir sus dedos en la espesura del cabello del contrario; obteniendo un pequeño ronroneo cuándo sus dedos comenzaron a masajear su cabeza.

Instintivamente Louis llevó su mano a la zona en la que recordaba haber sentido el calor noches atrás, a decir verdad ni le dolía.

"Me duele" murmuró curvando las comisuras de sus labios hacia abajo "curame" por primera vez abrió sus ojitos, buscando crear efecto en el alfa.

PECADOS CAPITALESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora