EPIFANÍA

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"Cuando amamos nos entregamos sin pedir nada a cambio, por el simple y puro placer de dar. Pero es cierto también que esta entrega, este darse, desinteresado, solo se da en el conocimiento. Solo podemos amar lo que conocemos, porque amar implica tirarse al vacío, confiar la vida y el alma. Y el alma no se indemniza. Y conocerse es justamente saber de ti, de tus alegrías, de tu paz, pero también de tus enfados, de tus luchas, de tu error. Porque del amor trasciende el enfado, la lucha, el error y no es solo para momentos de alegría.

Amar es la confianza plena de que pase lo que pase vas a estar, no porque me debas nada, no con posesión egoísta, sino estar, en silenciosa compañía. Amar es saber que no te cambia el tiempo, ni las tempestades, ni mis inviernos. Amar es darte un lugar en mi corazón para que te quedes como padre, madre, hermano, hijo, amigo y saber que en el tuyo hay un lugar para mí. Dar amor no agota el amor, por el contrario, lo aumenta. La manera de devolver tanto amor es abrir el corazón y dejarse amar."

Antoine de Saint-Exupéry, El principito


"Algún día crecerás y serás una persona buena y de provecho Harry" La mano se perdió entre sus rizos aún húmedos debido al baño que su madre le había dado un par de minutos antes. Aún pequeñas gotas resbalan entre sus hebras surcando su pálida piel como si de una carrera se tratara.

Una fina tela a modo de toalla, cubría su desnudez, resguardando su fina piel del frío que arreciaba en aquella época. Aquel invierno estaba siendo terriblemente duro para Marmore; las cosechas se habían echado a perder completamente debido al temporal que golpeaba el temporal y las familias más humildes habían tenido que volcarse al máximo para poder llenar de pan las bocas de sus cachorros; las malas lenguas hablaban de una maldición, pero como su padre bien decía tan solo era Dios dando una lección a los muchos pecadores que habitaban esas tierras.

"¿Creceré tanto como tú?" Preguntó ignorando como el frío quemaba su piel húmeda y las gotas heladas bajaban por su espalda.

Sus ojitos brillaron cuándo el líquido ambarino resbaló por la barbilla del hombre ,mojando ligeramente su mugrienta camisa. El olor a cerveza llegó hasta sus fosas nasales haciéndolo arrugar la nariz con desagrado, odiaba cuándo sus papá olía así.

Una sonrisa blanquecina iluminó su rostro.

"Mucho más Harry, tú serás mucho mejor que yo"

El un golpe seco la botella cayó sobre la mesa sobresaltándolo; pequeñas escamas de vidrio cayeron junto a sus pies descalzos.

"Prométeme qué serás mucho mejor que yo pequeño" Los ojos azabaches cayeron sobre él como un gran peso. No brillaban, estaban secos y completamente opacos, como si de alguna forma no fueran reales. "¿Me lo prometes Harry?"

Asintió en silencio, observando como el alcohol descomponía su rostro a cada segundo que pasaba. Ya sabía lo que venía, solo le quedaba rezar porque la noche pasara rápido.

"Te lo prometo papi" susurró con el corazón latiendo a mil bajo sus costillas. Desmond sonrió orgulloso y revolvió una vez más sus rizos antes de ponerse en pie a duras penas.

Harry observó como a paso lento y sosteniendo su peso en cualquier caja que encontraba en el camino, se adentró en la pequeña cocina donde su madre terminaba de empaquetar las cosas para la mudanza. Mañana, cuándo los pájaros volvieran a cantar anunciando el alba, Harry estaría en su nuevo hogar.

"¿Dónde está la botella de whisky que te pedí?" La grave voz de sus padre hizo eco, rebotando por las finas paredes de la casa y moviéndose libremente por el espacio ya casi vacío.

PECADOS CAPITALESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora