ÉL

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La respiración de Louis era pausada y tranquila, sus largas pestañas caían ridículamente rizadas sobre sus bronceada piel y sus labios se abrían levemente buscando un poco de consuelo. Si a Harry le hubieran dicho que el omega que dormía plácidamente junto a él era un ángel, definitivamente lo hubiera creído, Louis era lo más cercano a un ser de luz que había conocido en sus 22 años de vida.

Aunque sonase ridículo y algo psicótico ver a Louis dormir se había convertido en su pasatiempo preferido. Cada mañana despertaba a la salida del sol para volver al que originariamente era su hogar, aunque nunca sin antes observar su pureza por unos minutos y dejar algunos alimentos sobre la mesa de la entrada. Aunque le había sorprendido que el chico fuera todo en experto sobre los fogones, agradecía ver un plato de comida caliente al volver, y si a eso se le sumaba ver al lindo omega cada día con el pelo revuelto y aquel roído delantal sentado sonriente esperándolo en la mesa, Harry podría vivir así eternamente.

El teléfono del alfa vibró en el bolsillo trasero de su pantalón anunciando la hora de volver a la realidad, de volver otro día más al campo de batalla. Con sumo cuidado, aunque sin poder evitar el desagradable sonido de los oxidados muelles del colchón, Harry dejó su cálido lugar junto a Louis para prepararse para su partida. Quizás fuera cosa suya, pero el omega parecía dejarle a consciencia cada día ese pequeño lugar para que pudiese acostarse cómodamente a su lado, pero como ya había dicho, quizás solo fuese cosa de su confundida cabeza.

"Me gusta el pie de limón, los días soleados y pintar el cielo"

Esa había sido la inocente respuesta del omega cuándo Harry le preguntó por sus gustos. Aún en su mente quedaba grabado cómo había bajado la mirada tímidamente con una inocente sonrisa, le causaba mariposas en el estómago el recordarlo. Lo de las preguntas, había sido como un acuerdo no escrito por ambas partes, durante el tiempo de la comida ambos tenían carta blanca para preguntar todas sus curiosidades acerca del otro, sin embargo una vez que ese limitado periodo finalizaba ambos volvían a parecer totalmente desconocidos.

Con el paso de los días Louis se había vuelto cada vez más callado y ausente, pasaba las horas encerrado en la pequeña habitación que había tomado como propia abandonándola únicamente cuándo era completamente necesario. Harry no podía decir que Louis lo tratase mal o fuera desagradecido, por el contrario el omega siempre tenía una bonita sonrisa para dedicarle, pero para su instinto de alfa no era suficiente, incluso se atrevería a afirmar que era doloroso ver como el omega tomaba distancia.

"Identificación" exigió el guardia sin ni siquiera detenerse a mirarlo.

Harry tiró torpemente de la tela de su camisa hasta subirla a la altura del codo, dejando a la vista un par de surcos de tinta negra grabados sobre su piel. Harry frunció la nariz ante el acercamiento del guardia encargado del acceso a la zona norte, era un alfa, un alfa bastante apestoso a su propio juicio. El hombre pasó un pequeño aparato sobre el tatuaje que reposaba en su muñeca izquierda, la barrera ante sus ojos se abrió dejándole paso.

Harry cruzó el muro dejando atrás aquel mundo de miseria y pobreza que alguna vez había sido su hogar para entrar en la pequeña burbuja de lujos que lo acogió a sus cortos cinco años, todo cuánto alcanzaban a ver sus ojos era la perfecta antítesis de todo en lo que creía y valoraba.

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Murmullos tras la puerta. Esa era toda la información que tenía Harry sobre lo que le esperaba ahí dentro, en la boca del lobo.

La puerta se abrió dándole una amplia visión del despacho de su padre. Desmond Styles lo esperaba con una sonrisa ladina recostado cómodamente sobre la silla de su escritorio, a su lado Geoff Payne -la mano derecha de Desmond- permanecía de pie en alerta junto con su hijo. Harry intentó buscar un atisbo de emoción en su mejor amigo que pudiera ayudarle a entender a lo que se enfrentaba, pero no había nada, ni un solo atisbo de sentimiento se reflejaba en el rostro completamente neutral de Liam.

PECADOS CAPITALESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora