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“Hey, estoy afuera! Estoy estacionado frente a la cabina telefónica :)
—H.S”
Harry juega con sus dedos sobre su regazo mientras a través de sus lentes oscuros lee todas las palabras a su vista, desde la promo de la farmacia al otro lado de la calle a las precauciones del aire acondicionado.
Estaba esperando a Fin fuera de su instituto, para hacerle más facil el trabajo a Christian y dejarlo seguir recorriendo los estudios de Los Angeles. Ya era hora de la salida cuando el timbre suena y luego de un minuto hordas de alumnos se avecinen fuera del edificio, para poder ver a la castaña en su uniforme soltándose su cabello de esa coleta ajustada.
—Hola Harry, ¿Cómo está?—pregunta ella metiéndose al auto en el asiento trasero, casi sintiendo que de nuevo era la primera vez que lo veía, para ver como el artista le daba una mirada que ella ya entendió—¿Cómo estás?—corrige ya que él se mostró en disgusto por eso.
—Bien, al menos ya no me siento un vejete a los veinticinco—ríe marcando sus hoyuelos en cada mejilla, por un momento haciendo que Finlay lo observe con una calidez extraña y temprana—¿Tu cómo estás?—interrumpe los pensamientos de la jovencita.
—Oh, b.bien...
Cuando volvió a casa el segundo día del proyecto había pasado casi todo esa semana pensando en que "obviamente" iba a tener un crush con el artista al que los medios bautizaron como "conquistador" y del que todas las chicas de su edad estaban enamoradas. Personalmente nunca le había prestado mucha atención a One Direction o a Harry en sí, principalmente por tener códigos y respeto por su diosa suprema; Taylor Swift.
Porque mientras leía las letras de Taylor en las que lo culpaba y lo aborrecía por no corresponder sus sentimientos...a la vez Shawn Mendes se encargaba de llevarse toda la atención de Fin sin dejarla ponerle ojos a nadie más. Razón por la cual hoy se sorprendía al estar tan embobada por los hoyuelos del chico lindo de la boyband.
—¿Por qué no te has sacado una licencia de conducir? Según lo que recuerdo tu hermano no ha vendido su anterior coche—pregunta Harry con los ojos entrecerrados tratando de recordar bien.
—Es que...no sé conducir—dice apenada y apoya su mentón en el respaldo del asiento de copiloto—Pero cuando te digo que no sé conducir hablo enserio, cada vez que tomo el volante hago pedazos la ciudad o me agarra un ataque de pánico—se acuerda de los postes en su barrio y el buzón de los Paul.
—No puede ser tan malo—Harry voltea un momento para verla reír y sin darse cuenta aprieta el volante en sus manos, porque debía dejar de mirar a Finlay y era obvio, sin embargo era una nueva manía—Apuesto a que podría enseñarte y en dos días ya podrías estar lista para ir al DMV y conseguir tu licencia—bromea y ella lo toma así, porque definitivamente era un chiste.
