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NI UNA MIRADA.
Finlay frunce el ceño viendo el helado de Ilya—¿Por qué te dejo a tí ponerle dos salsas y a mi no?—pregunta ofendida y el rueda los ojos ya que desde que entraron a la heladería Fin no paraba de decir que la chica que los servía le coqueteaba.
—Es porque yo se lo dije, tu no se lo pediste, solo esperaste que preguntara si querías otra salsa más—se defiende tendiendole su cono por si quería robarle un poco, lo cual ella hace mientras Daiana y Perla se pellizcaban la una a la otra emocionadas por ver a los chicos existiendo como la supuesta "pareja perfecta".
—Te hubiese pedido que le di...
—¡¿Qué carajos?! ¡Ese es Harry Styles!—Sabrina se ataja por Johnny mientras sus piernas se doblan en completa fragilidad.
Fin se queda helada mientras sus amigas se volvían locas. Carajo, hubiese propuesto ir a la playa y no al parque, maldita sea, ¿Por qué justo Harry debía estar corriendo en este parque viejo? Oh...claro, porque no quería mucha gente, el tío debía querer privacidad.
En realidad, Harry había salido a correr para despejarse de la culpa de no sentir culpa... déjenme explicarme, el artista se sentía culpable porque no se sentía mal el estar engañando a su prometida, porque Fin lo hacía sentir tan bien que estaba flotando lejos de toda realidad, tan incapaz de castigarse por estar abusando de la confianza de Camille o lastimandola en secreto, todo porque estaba fuera de su mente, estaba de patas para arriba por lo perfecto que nacía entre Finlay y él.
—Dejen de joder, el pobre está trotando tranquilo, no lo molesten—habla Wallace apresurandose a calmar al grupo que ya se estaban tomando los brazos cual niñas emocionadas juntando el valor para detener al joven con sus audífonos.
—¿Cuando en la puta vida voy a cruzarme a Harry Styles sudado en Malibú de nuevo?—se niega Kathy con su teléfono en mano ya dando zancadas hacia el castaño que Finlay conocía ya demasiado bien...y no lo quería mostrar.
Grave error, porque alguien saldría muy lastimado por eso.
—¡Harry, Harry!—la castaña lo llama con la voz ya temblando y el joven voltea confundido para notar a la chica, entonces se quita los auriculares con esa personalidad de humano hermoso ya dejandose ver.
Había ido a correr para despejarse, y por suerte siempre lo ayudaba el conocer a sus fanáticas.
—Hola, amor, ¿Cómo estás?—recupera un poco su respiración cuando ve que más chicas se acercan, seguro todas listas para saludarlo y pedirle una foto.
