Capítulo 17

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Capítulo XVII
«Robert»

Y la hora de comida pasó, ahora estaba caminando por el pasillo junto a Pascal, el silencio tenso marcaba nuestra reciente conversación. Nuevamente iba donde la humana Sally, debía asegurarme de un par de cosas, debo comprobar lo de la hermana de Robert y la existencia de Carpenter; solamente tengo esta forma de saberlo.

El camino fue igual que siempre, y la sala de espera se veía inalterada, todo en su mismo lugar que la vez anterior, pareciera que las semanas no pasan en este sitio. Incluso el sentimiento de terror se mantenía, ver aquella puerta lograba que mi cuerpo completo temblara, sentía la necesidad de gritar por ayuda ante la simple idea de tener que estar con ella otra vez, incluso si no soy completamente consciente mientras eso sucede, con solo saber que ocurre mi mente sufre.

Cuando creía que estaba decidido, cuando mi mano envolvía el pomo de la puerta, incluso en ese momento podía sentir el incesante temblor, como si un viento helado estuviese infiltrándose por algún lado y su gélido tacto estuviese haciéndome esto. Al abrir la puerta una punzada de horror invadió mi cabeza, un miedo tan fuerte que intentaba con todas sus fuerzas el lanzarme lejos de aquella habitación, me detuve unos segundos en aquel umbral, mi mente y cuerpo tenían objetivos muy diferentes, era incapaz de moverme hasta que el cerebro fue más fuerte que la carne y pude entrar en aquella oficina.

Esto no me había sucedido desde las primeras visitas con la humana, creí que había logrado superar este miedo, pero quizás es solo de esta ocasión, hay demasiadas cosas sucediendo dentro de la prisión; y también dentro de mi cabeza.

—Vamos Elijah, tú puedes. —susurré para mí mismo.

Podía ver a aquella mujer hablando por el teléfono, su semblante serio se mantenía mientras conversaba y parecía informar de algo al otro lado de la línea. Ella apuntó con su mano al asiento delante de su escritorio, me senté mientras ella continuaba con su conversación, su tono de voz era muy diferente al que usaba cuando nosotros nos reuníamos, es bastante extraño de oír aquella clase de profesionalismo de su parte.

Cuando la mujer humana colgó el teléfono toda su expresión facial cambió, la sonrisa malévola se hacía presente y el brillo en su mirada revelaba sus intenciones cuando veía un Pokémon.

—Siempre es un gusto tenerte de vuelta, Elijah. —saludó la doctora Sally con su entonación lasciva.

No respondí, me sentía intimidado, no por ella, por una sensación dentro de mí mismo. Luego de unos segundos simplemente la observé a los ojos un segundo, y ahí pude sentir nuevamente esa presión, casi como un choque de horror al confrontarla.

—Estas más callado de lo habitual ¿Sucede algo? —sus uñas golpeteaban rítmicamente la mesa.

—Creo que ya no podré con esto. —mi voz salía pendiendo de un hilo.

Mis palabras parecían tan débiles, casi como si el aire pudiese hacerlas volar lejos de su destino y que así nunca pudiesen ser oídas, quizás deseaba que fuese así, pero ella igualmente me había escuchado.

—Bueno, tenemos un trato después de todo, así que mientras tú hagas tu parte, pues yo haré la mía. —respondió la mujer mientras giraba levemente de lado a lado su silla.

—Entonces hay una última cosa que necesito saber —capté su atención con eso—. Debo saber de un pariente del recluso 678A, su nombre es Robert.

Ambos sabíamos lo que venía antes de una respuesta, ella iba a satisfacer sus deseos enfermizos; mientras yo simplemente intentaría alejar mi mente de mi cuerpo, alcanzar una paz mental para salvar un poco de cordura.

El Panóptico: Escombros. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora