Capítulo 29

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Capítulo XXIX
«Colapsando»


El ambiente hogareño que este lugar quizás debía tener no se notaba por ningún lado, todos los muebles estaban muy bien ordenados y todo estaba limpio. Además la cantidad de cosas artísticas que adornaban las paredes creaba sombras amorfa, hubiese preferido únicamente un muro de color plano y así evitar que mi cabeza se volviese loca imaginando cosas por el rabillo de mi mirada.

Caminé hacia la salida de la casa, al entreabrir la puerta le di un último vistazo a la habitación donde estaba Marie, el rencor por todo lo sucedido nacía poco a poco, pero bastaba con aclarar un poco mis pensamientos para detener ese odio; ella no se lo merecía, no después de tanto sufrimiento en este sitio de mala muerte.

Al pasar por el umbral me invadió el frío aire estancado del sótano, creería que este es el piso que estaba tachado en el elevador del sector, abajo ahora mismo debería estar aislamiento si mi hipótesis es correcta.

El sonido de la puerta detrás de mí marcó el comienzo de un silencio absoluto, únicamente mi corazón y respiración eran las cosas que retumbaban en mis orejas.

—Muy bien Elijah, solo debes buscar la pared. —me recordaba mientras caminaba hacia la izquierda.

Iba apoyado contra el muro exterior de la réplica de la casa de la antigua directora, de vez en cuando escuchaba mi hombro rozar contra la madera. Únicamente veía un par de pasos delante de mí entre la sombría existencia de este nivel del edificio.

Recordaba el elevador que había visto antes, esos únicamente están en el área más externa del edificio. Al venir lo había encontrado hacia mi derecha, por tanto al salir de la pequeña copia del hogar de Maire debería estar hacia mi actual izquierda; el punto de referencia más cercano para poder salir del sitio.

Pronto llegué al extenso muro que llegaba hasta el límite de mi vista en esa oscuridad, me alejé de la casa esperando encontrarme nuevamente con el elevador, esa era la confirmación de que iba por buen camino. A lo lejos algunas tuberías parecían crujir, los pequeños pasos de los Rattatas se alteraban cada que esto sucedía.

Pronto el reluciente metal apareció delante de mí, el mismo panel destruido que había visto antes, solamente quedaba apoyarme de espaldas a la pared. Con mi peso apoyado contra el muro miré delante mío e inhale profundamente el aire húmedo del lugar, contuve la respiración un rato para luego comenzar a caminar recto en esta dirección, no debía perderme, si me desorientaba tendría que buscar nuevamente aquella pared.

Cada paso se sentía como una posible caída hacia lo desconocido, los ruidos se amplificaban entre el eco del sótano, cada cosa parecía ser peligro y al final nunca llegaba nada. En este momento no podía dejar de pensar en la tontería del Rey Raticate, casi aseguraba estar viendo la brillante mirada enrabiada de múltiples Pokémon ocultos detrás de cosas en aquel lugar, nuevamente mi respiración se alteraba y sollozaba de temor.

—Vamos Elijah, debes respirar, todo estará bien; es solo tu cabeza siendo la perra que siempre es. —musité con la postura encogida.

Un chillido sonó cuando pisé algo en el suelo, al fijarme pude ver a un Rattata que llevaba la cola pegada contra su cuerpo, debí de habérsela pisado por error, es difícil ver el camino. Pero no debo distraerme más.

“Solo tienes que caminar, si pasa algo debes correr.” Reafirmaba en mi mente, no era momento de paralizarme del miedo si es que los Pokémon rata me atacan.

Los ojos aumentaban, parecía haber un montón de estas miradas inyectadas en sangre desde mi derecha, intentando ocultarse de mi, pero únicamente para acecharme.

El Panóptico: Escombros. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora