Capítulo 20

20 2 0
                                    

XX
«Juntos»


Pasó el tiempo muy rápido cuando ya estaba en las celdas transparentes de aislamiento; no tenía puestas ni las esposas, ni la venda y tampoco la mordaza, estaba dentro de todo libre en aquella habitación. Podía notar como todo el lugar parecía descender, los muros grises del pasillo se alejaban a medida que era engullido por la oscuridad, una luz alumbró la celda y me encontraba suspendido en mitad del vacío, al mirar por el suelo era incapaz de divisar algún tipo de fondo.

Hace un par de días que había estado acá, pero jamás había tenido tanto control sobre mi mismo en esta situación, se sentía muy extraño y a la vez me encontraba nervioso ante el peligro. Un sonido mecánico se escuchaba cerca, parecido a un viejo ascensor. Al observar me encontré con Tommi, una celda gemela colgaba a un lado mío, una habitación donde él esperaba con la misma confusión que yo.

—¿Esto es aislamiento? —preguntó observando todo nuestro alrededor.

—No, algo no anda bien, esto no suele ser así —respondí con temor—. Deberíamos estar amarrados, amordazados y con los ojos tapados, ser incapaces de sentir algo; pero estamos “libres”.

—O sea… que estamos jodidos. —comentó el Kadabra mientras su cola se movía con inquietud.

Ambos nos apoyamos con nuestros brazos contra el muro de vidrio y dejamos nuestros cuerpos caer, el mirar al vacío solo volvía las cosas más aplastantes, algo iba mal y es imposible huir de ello.

Un murmullo rompió el frágil silencio, Tommi se notaba particularmente asustado, miraba hacia todos lados en búsqueda del origen de aquel ruido.

—¿Qué es eso? —su voz ahogada salía entrecortada.

Pronto se apareció aquel Sigilyph, se había movido entre la oscuridad del lugar mientras nos observaba fijamente, volaba alrededor nuestra mientras aquel murmullo maligno nos afectaba.

—Eso es el carcelero, está revisando tu cabeza para la tortura.

—Eli ¿Tan normal se te hace todo esto? —cuestionó con genuina preocupación.

Aquello fue algo shockeante, ya había pensado en ello, pero era primera vez que alguien me lo comunicaba, se sentía extraño. Quizás era porque confirmaba un miedo, el temor a alejarme cada vez más de mí yo pasado, si bien no hay ningún momento al cual me gustaría volver, si quisiera poder recuperar aquella inocencia. Saber que estas cosas se me hacen tan comunes marca una brecha, un abismo separándome de aquel objetivo.

—Pues si, hace un par de días estuve en toda esta situación, que sea normal no lo hace bueno, claramente.

—¿Y qué nos pasará? —se le notaba alterado.

—Simplemente un tiempo con lo peor que ese Pokémon encuentre en nuestra mente.

No quería mentirle, no en esta situación, era imposible considerando lo mucho que se suele hablar sobre este lugar entre los reclusos.

—Escaneo completado, preparando rutina de reacondicionamiento mental —avisó aquel Pokémon vigilante—. Proceso experimental iniciado, prueba número uno.

Eso era nuevo, aquello confirmaba que todo iba jodidamente mal. Tommi debió de haber notado mi sorpresa y angustia, se le notaba asustado mientras su cola iba de lado a lado. El murmullo poco a poco se transformaba en voces repitiendo mensajes, una sobre otra mientras se interrumpían. Al fijarme en el Kadabra pude notar como se agarraba las orejas, desesperado las jalaba con sus dedos en un intento de detener el ruido.

«Seréis parte del nuevo proyecto de la Prisión de Pokémon de Marie Ann, considérenlo un acto piadoso frente a su acto de desobediencia.» Una voz sonaba lejana, separada como si estuviese hundida en agua.

El Panóptico: Escombros. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora