Capítulo 22

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Capítulo XXII
«Al acecho»


Había pasado ya una noche desde el encierro masivo, los Reuniclus no paraban de vigilar y el hambre parecía hacerse presente entre nosotros, John no lo demostraba, sin embargo yo ya llevaba dos días sin comer y podía notar como mi cuerpo rogaba por comida, pero aún más importante, el agua. Los golpes no se han detenido, las puertas siguen siendo azotadas con la misma fuerza que ayer, los gritos tampoco parecían cercanos a apagarse.

«¡SIN DOLOR Y SIN CONDENA!» Era lo que exigían aquellos con más energías, otros estarían intentando descansar para poder reemplazar a quienes ya protestan.

Me preocupaba Tommasi, en realidad cualquiera sufría el peligro de ser sacados de su celda, pero el Kadabra es quien me importa, los humanos de administración son impredecibles; y no me extrañaría que nos extorsionaran amenazando con la vida de quien originó todo esto.

Ahora mismo me encontraba recostado en la cama de John, intentaba ignorar mi estómago contrayéndose y mi boca seca, mientras tanto el Machoke seguía golpeando aquella puerta, estoy seguro que si no fuese por los collares él podría tirarla abajo. Pero ahora mismo solo podía pensar en el almuerzo, o el desayuno, también la cena, todo en este momento se notaba apetecible, incluso si me servían algo que no me gustase, comería igual, el hambre es el mejor condimento de todos.

Espera un segundo, eso es malo ¿Qué sucedería si ponen algo en la comida? Nadie se daría cuenta, e incluso si lo hiciesen era probable que ya sería demasiado tarde, podría ser veneno, químicos o algo que nos vuelva dóciles, cualquiera cosa podía salir de sus retorcidas mentes. ¿La comida será segura luego de esto? No lo sé y me aterra no saberlo, me gusta comer y además mi cuerpo se queja por comida, estoy vulnerable a que ataquen por medio de la comida, ellos deben de saberlo, saben muy bien todo de nosotros, los Sigilyph se encargan de escanear nuestra maldita cabeza, esos humanos deben de saber todo.

Ellos deben de saber todo ¿Y si ya sabían de la rebelión? Han escaneado múltiples veces mi cabeza y yo soy cercano a Tommasi, quizás arruiné el plan desde mucho antes de llevarlo a cabo; a lo mejor por eso nos permitieron juntarnos, para poder hacer una limpieza selectiva, ya no serán quienes salen, ahora son todos aquellos que participaron.

—¿Estas bien, Eli? —la voz de John me distrajo de mis pensamientos.

Él había dejado de golpear la puerta, ahora mismo estaba apoyando su espalda contra el metal y esperaba cruzado de brazos en su lugar.

—¿Y si ya sabían de esto desde el principio?

—¿De qué hablas? —preguntó sin terminar de comprender.

Me acomodé de rodillas en la cama mientras aplaudía con ambas manos, un movimiento inconsciente para concentrarme en lo que iba a decir.

—En aislamiento escanean tu mente, entonces ¿Qué tal si ya sabían de esto al ver en mi cerebro? —le comuniqué mis dudas claramente alterado.

John también parecía pensar en ello, su cara gesticulaba diferentes emociones; primero impresión, luego duda, después negación y por último volvió a la confusión. Me miró con el ceño fruncido en curiosidad para preguntarme.

—¿Entonces para que permitirían que siguiésemos con las protestas?

—No lo sé, pero no puedo evitar pensar en ello, es eso o pensar en comida —mi estómago rugió convenientemente—, ahora mismo todo es mejor que no tener en la mente un almuerzo delicioso.

Antes de que John pudiese decir algo, la puerta se desbloqueó y el tipo lucha cayó de espaldas mientras está se abría, el golpe seco que se dio contra el suelo me preocupó, me levanté rápidamente de la cama a revisar que no se hubiese hecho daño, él parecía estar bien, se incorporó y parecía revisar el alrededor. Me acerqué al tipo lucha y al asomar la cabeza por el pasillo, pude ver todas las demás puertas abriéndose por sus habitantes, todos nos mirábamos confundidos.

El Panóptico: Escombros. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora